La ovetense Claudia Pérez Requejo se prepara para recibir un masaje yoga ayurvédico. No es un tratamiento al uso porque aquí la clave estriba en los pies del masajista y en la combinación de aceite y polvo de cálamo que la terapeuta ayurvédica Chusa Cuendias aplicará pisando su espalda. 

A pesar de ser una práctica milenaria, en España apenas está extendida. Poco a poco se va dando a conocer: «Yo me formé en la India. Allí la gente se toma el masaje como algo rutinario._Igual que nosotros reservamos tiempo para ir a la peluquería, ellos dan mucha importancia a este tipo de terapias».

La experta ovetense se ayuda de los pies para coger del cuenco una porción del óleo que repartirá en función al tratamiento que necesita su paciente. «Es la segunda vez que me lo hago y resulta muy relajante, a pesar de que pueda parecer lo contrario»,  asevera Claudia Pérez. La fuerza que se ejerce con las piernas es tres veces superior a la que se hace con las manos. Con una ligera presión con el peso del masajista sobre la zona de los glúteos se consigue que la mayoría de los pacientes se relajen y sean más receptivos. A partir de aquí, los masajes pueden ayudar a descontracturar, aumentar la elasticidad muscular e incluso mejorar la circulación.

El masaje yoga ayurvédico es un tratamiento corporal completo que combina el masaje de los tejidos más profundos con los estiramientos asistidos basados en posturas de yoga. Todo ello, acompañado por ejercicios con la respiración. «La gente viene porque quiere controlar la ansiedad o tiene estrés crónico, y acaban quedándose para mejorar su condición física y mental. Las cosas cambian mucho cuando dedicas tiempo al autocuidado».