Chus Naves lleva 32 años a bordo del tren. Cada día usa este medio de transporte para desplazarse desde su casa en Avilés hasta su puesto de trabajo en Oviedo. Se confiesa enamorado del ferrocarril desde que hizo un largo viaje en la mili, casi once horas de Asturias a Ferrol. "El tren es lo más cómodo para mí y además buscaba un viaje en el que llegara en hora a mi puesto de trabajo. En el tren puedo leer, descansar y encima hay momentos en los que no hay cobertura que es algo que está fenomenal", bromea. "Aunque no hablemos los usuarios habituales somos compañeros, nos vemos las caras cada día y hasta respetamos los huecos que ocupamos siempre". Tres décadas de viajes dan para muchas anécdotas: cabezadas que se alargan más allá de la parada y percances con las puertas de los vagones que hicieron vivir momentos de tensión. "Una chica se quedó con la falda atrapada en una puerta y cuando ví que se quedaba en ropa interior acudí en su ayuda y me gané un tortazo, ahora me río pero lo pasé mal", rememora.
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