Carmen López nació con un glaucoma congénito que acabó dejándola totalmente ciega. Su enfermedad la obligó a viajar a menudo para las revisiones médicas y la mayoría de los desplazamientos los hacía en tren. "Aprendí a jugar a las cartas en el tren", confiesa, "Pasaba tanto tiempo en los vagones que me acabaron regalando una máquina de escribir en braille portátil que era más pequeña que las normales y me servía para hacer los deberes en el trayecto". Ahora sus ojos son "Luna" y "Selva": "El tren es mucho mas cómodo para viajar con las dos cuando voy a la playa", explica. La pequeña "Selva", de once meses, es el relevo de "Luna", que con doce años disfruta de una merecida jubilación. "Ella ya es una perra normal pero me gusta ir con las dos para que la pequeña aprenda, asevera. Para esta bicampeona del Mundo de surf adaptado no hay barreras y por eso en sus viajes a bordo del Cercanías aprovecha para soñar con participar en las Olimpiadas. "Este año me tuve que conformar con el bronce en Huntington porque pasé un año muy difícil con dos intervenciones quirúrgicas pero volví un poco decepcionada porque soy muy competitiva", reconoce.