Casi la mitad de los niños que nacieron en Asturias en 2022, 2.201 de 4.744, tienen madres que dieron a luz después de cumplir los 35 años, y estos números hablan. Dan explicaciones sobre la profunda crisis de natalidad asturiana. Son el resultado de una ecuación que incorpora el retraso de la decisión de la maternidad como ingrediente principal de la fórmula que ha conducido al Principado a ir encontrando año a año, desde hace más de diez, un suelo cada vez más bajo en su magro recuento de nacimientos. Pero ese 46,4 por ciento de madres tardías del que se resiente la doliente demografía de esta región se pesa mejor al levantar la vista, mirar el mapa y observar que apenas hay nadie que lo supere en toda Europa. La edad media de la decisión reproductiva se ha demorado en todo el continente, pero en casi ningún otro lugar de la UE las madres son tan mayores como aquí. Cuenta un estudio reciente de Eurostat, el servicio estadístico europeo, que únicamente Galicia rebasa en toda la Unión el porcentaje asturiano de partos por encima de los 35 años y que el aplazamiento de la maternidad concentra sus mayores impactos casi con exclusividad en el Noroeste de España y el centro de Italia.
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