La batalla por salvar la fábrica de aluminio de Alcoa, que ayer se trasladó a las calles de Avilés en forma de manifestación multitudinaria -50.000 personas según los cálculos coincidentes de la organización y del Ayuntamiento-, se ha convertido en la lucha de Asturias por el futuro de su industria. El mensaje que vienen lanzando al unísono los sindicatos sobre el riesgo de un "efecto dominó" que afecte a otras fábricas altamente dependientes de la energía -con Azsa y Arcelor en el foco- ha calado en la sociedad asturiana, que ayer reeditó en la Villa del Adelantado las masivas mareas humanas de los años 80, cuando la reconversión puso en jaque uno de los pilares económicos del Principado.