Cada vez son más los consumidores que se apuntan a instalar una vitrocerámica en sus hogares. Generalmente, se alza como una opción más segura y sostenible en comparación con otros tipos de cocina, y además resulta mucho más sencillo limpiarlas. Sin embargo, es habitual descuidar su mantenimiento, lo que provoca que se generen algunas manchas muy difíciles de retirar. Llegados a este punto, y más cuando ya se ha probado todo para retirar las marcas indeseadas, puede parecer que no queda más opción que asumir el nuevo aspecto de nuestra vitrocerámica y culpar a los años por su mala apariencia. Sin embargo, existen soluciones para remediar este problema (y sin gastar demasiado dinero). Una de ellas consiste en aprovechar un limón usado para retirar las manchas.