"Es enorme, no sé cómo puede caber tanta agua". Fue lo primero que se le ocurrió decir ayer a Amanda Martín, una zamorana de 100 años, con la vista puesta en el horizonte de San LorenzoEra la primera vez que esta oriunda de la localidad de Cabaña de Sayago veía el mar. Porque, tras cuatro horas de viaje en autobús y un tiempo que no les acompañaba, Martín y otros ocho mayores de la residencia de Peleas de Abajo de Zamora conocieron ayer la playa de San Lorenzo y, para varios, fue la primera ocasión frente a frente ante el oleaje. Martín, a escasos meses de su centésimo primer cumpleaños, tomó la delantera y bajó rápidamente del autobús, ya emocionada. "Es precioso", pronunció entre lágrimas y muy sorprendida frente al tamaño del mar. De hecho, no dudó en quitarse los zapatos y las medias y caminar sobre la arena hasta para poder sumergir sus pies en el Cantábrico. "¡No está nada fría!", exclamó con una sonrisa y llevándose después un dedo mojado a la boca para comprobar que el agua sabía a sal: "Me gustaría compartir esto con mis hijos. Nunca lo olvidaré".