Tres meses de espera para tramitar una subvención del Principado que le permitiera cambiar su bañera por un plato de ducha. Es la "aventura surrealista" y un caso más del exceso de burocracia que en este caso le ha tocado vivir a una familia de Gijón, a la que incluso reclamaron el informe de un arquitecto para acceder a la ayuda. "Acabas sintiendo impotencia, porque estamos indefensos. Si pasa algo así por un plato de ducha, ¿qué no pasará con cosas más importantes", se pregunta Celeste Pérez, profesora jubilada y protagonista indirecta de esta historia al intentar ayudar a su madre, Bienvenida González, para lograr esa subvención autonómica.

El periplo comenzó en octubre del año pasado, cuando Pérez conoció la existencia de unas ayudas del Gobierno regional, gestionadas por la Consejería de Ordenación del Territorio, dotadas de 15,7 millones de euros para "mejorar la accesibilidad en las viviendas". La madre de Pérez, Bienvenida González, que vive sola en un piso del barrio de La Arena (Gijón) goza de buena salud y movilidad con 90 años, pero de un tiempo a esta parte le cuesta acceder a la bañera, de ahí a que se decidiese a instalar una ducha, más segura y accesible para los ancianos. "Yo llevaba tiempo pendiente de esas ayudas, que sumaban varios años sin salir. Incluso escribí al Principado. En octubre, leyendo LA NUEVA ESPAÑA, vi que el consejero Ovidio Zapico anunciaba las subvenciones", destaca Pérez, que consiguió las bases de las subvenciones y las rellenó, no sin dificultad. "Hay anexos que ni se entienden", se queja.

Como el tiempo fue pasando, sin respuesta de la Administración regional, Pérez y sus hermanos contactaron con una empresa y cambiaron la bañera de su madre por la esperada ducha. Tardaron solo dos días y se gastaron 2.414 euros, con la esperanza de que su solicitud fuese tramitada posteriormente y así poder recibir el dinero. Y, al fin, un día pareció encenderse una luz. A finales de enero, la hija de González recibió un email, informándole de que tenía un "aviso" de la Administración autonómica. Como su madre no tiene apenas acceso a internet, le enviaron una carta certificada.

"Mi madre no daba crédito cuando la leyó. Me decía: ‘Bueno, bueno…", rememora Pérez. En el escrito, el Principado pedía a la gijonesa corregir varios errores técnicos de su solicitud. El certificado contiene algunos fragmentos "surrealistas" para la familia. Por ejemplo: "Falta Anexo III debidamente cumplimentado por el técnico redactor en el que se especifiquen con claridad las actuaciones correctas para las que se solicita la ayuda, así como los presupuestos y el plan de obra". Más: "Falta documento técnico, consistente en informe suscrito por técnico competente (arquitecto) con fecha anterior a la solicitud de la ayuda incluyendo la justificación de la necesidad de la actuación". Otra: "Falta oferta del contratista por la ejecución de la obra".