Si es el color verde el que suele asociarse a la esperanza, esta mañana fue el naranja el que tiñó de esa esperanza el entorno de la playa de Poniente y varias calles de la ciudad. La razón, la carrera impulsada por la asociación Galbán para visibilizar el cáncer infantil y reivindicar más fondos para la investigación de esta enfermedad, además de para poner en valor la labor de los profesionales de la psicología que acompañan a los afectados y a sus familias. A casi 6.000 ascendían las inscripciones para la prueba gijonesa, que se convirtió en una gran fiesta en Poniente, con música por doquier sin olvidar, eso sí, la causa por la que se lucha este domingo.
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