Rodeado de un impresionante dispositivo de seguridad, el presidente tunecino ha querido darse un baño de masas y ha salido a la calle.

Ha sido después de anunciar junto a los altos mandos del Ejército y sus más afines en el Ejecutivo, la destitución del primer ministro, la suspensión de todos los poderes del Parlamento (no puede disolverlo) y la retirada de la inmunidad a todos los diputados.

Asume así plenos poderes en medio de una profunda crisis constitucional.

Miles de tunecinos se han echado a las calles a celebrar la decisión, desafiando el toque de queda, establecido entre las ocho de la tarde y las cinco de la mañana. Desde la oposición el partido conservador cuestiona la legalidad de la medida del mandatario y la considera un "golpe de Estado".

Túnez inmerso en una parálisis política, tiene además una de las peores tasas de mortalidad del mundo por covid. Sin reservas de oxígeno. Con casi 18.000 muertos en una población total de 12 millones de habitantes.