La guerra en Ucrania ha dejado devastados física y psicológicamente a los residentes de Járkov. Ya son más de 8 meses de conflicto y Petro ha perdido la cuenta del número de proyectiles que han caído en su jardín. "La destrucción comenzó en mayo. Cayeron dos allá, y luego aquí, y aquí. Ya ni los cuento", dice. Tamara no puede hablar de ello sin emocionarse. "No me gusta hablar de esto, mi presión arterial sube y empiezo a llorar". Y al peligro de vivir a escasa distancia del frente, se añade la dificultad de los cortes eléctricos. "Tenemos agua pero no electricidad, y sin ella no podemos bombear el agua". La ofensiva rusa no les deja vivir en paz. Cada hora escuchan unas tres veces el estruendo de los misiles. Viven rodeados de destrucción y con los bombardeos constantes...es complicado mantener la esperanza.