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EPC

Mariana Foudolian

El zumbido se instala de inmediato en la cabeza. Los ojos tardan en acostumbrarse a la oscuridad. El sonido es penetrante, no se detiene en ningún instante. La amplitud del espacio se disimula entre el extraño entramado de pasadizos. Al final de cada uno, hay una obra de arte. Es colorida, pero no dibuja nada que quede claro. Es difícil intuir cualquier forma. Cuando el visitante acerca el oído al lienzo, el zumbido se intensifica. El artista quería que todos los sentidos del espectador vibraran con su creación. Aunque las escasas luces le dan a la exposición un ambiente más bien siniestro, que contrasta con el arcoíris radiante y luminoso que desprenden las pinturas. Pero desde la entrada del nuevo edificio del icónico Teatro Metro Al Medina de Beirut, llega otro tipo de luz. Es ese tipo de resplandor que irradian dos mujeres con una misión. 

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