La noche se convirtió en una fiesta sin control en las calles de Barcelona coincidiendo con el final del estado de alarma y el toque de queda impuestos por el Gobierno para frenar los contagios por coronavirus. Miles de jóvenes tomaron el centro de la ciudad para celebrar botellones y concentraciones multitudinarias sin distancia ni mascarillas. Muchos de los participantes reconocieron en el momento que su comportamiento no era el más adecuado, pero se justificaron en que había "ganas de libertad" y que era "un día histórico" se tenía que festejar. A pesar de la presencia policial en puntos clave como en el paseo Lluis Companys, bajo el Arco de Triunfo, la gente se mantuvo bebiendo hasta altas horas de la noche.