Recuerdos de otro siglo en una zona donde, hasta ahora, solo florecían los bares. Justo cuando iban a estrenarse, llegó el Principado y decretó el cerrojazo. Entonces, Beatriz Barrera y Jorge Gómez tuvieron que poner los sueños en cuarentena, hasta ayer, cuando levantaron la persiana por primera vez.

Ya el día anterior, tras conocer una noticia que recibieron “de manera inesperada”, fueron hasta su local a ponerlo “todo a punto”. Arrancaron las lonas que cegaban el escaparate como si fuese un regalo e, inmediatemente, los vecinos empezaron a pegar la nariz al cristal. Una apertura que celebran, por dar “diversidad” a una calle a veces “olvidada” y gravemente afectada por el cierre de la hostelería, explicaba una futura clienta mientras hacía un alto frente al flamante escaparate.