Pilar Pérez tiene 90 años y desde marzo de 2020 vivía presa entre las cuatro paredes de su casa de Buenavista. Su marido es dependiente y su hija dedica prácticamente las 24 horas al día a cuidarle, así que no tiene ni un minuto para sacarla a ella a la calle con su silla de ruedas. Una situación “triste” que cambió con la puesta en marcha, hace escasas semanas del servicio de paseos solidarios de los 57 cuidadores de barrio del plan de empleo municipal, que desde entonces suma ya unos 200 servicios de varias horas: son, fundamentalmente, simples acompañamientos o asistencias para hacer recados o acudir al médico. “Llevaba dos años sin salir de casa, me dieron la vida”, confiesa emocionada la nonagenaria sin escatimar elogios hacia sus cuidadores. “Son majísimos, espero que no me los cambien porque con ellos nos tocó la lotería”, comenta.

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