En la madrugada del viernes al sábado, un hombre entró con el rostro cubierto en un conocido bar del Antiguo para llevarse lo que pudiese. El botín no fue demasiado grande, pues solo se llevó la propina del establecimiento y tres teléfonos móviles.

Sorprende su pasividad durante la realización del acto vandálico, además de la lentitud robando los móviles y el dinero de las propinas de los camareros.