"Tuve que mentalizarme de que mi hija se iba a morir", asegura esta madre para relatar cómo la ausencia en Andalucía de unidades especializadas en trastornos alimenticios le ha obligado a pedir créditos para pagar centros de tratamiento privados. También ha acudido a terapias alternativas, visitado psicólogos y psiquiatras y probado con fármacos. Patricia asegura que lo que le da fuerzas para seguir adelante es recordar a su hija jugando cuando era pequeña y tener la certeza de que, con los tratamientos adecuados, la enfermedad sí tiene cura. Ahora ha iniciado una campaña en change.org para que todas las comunidades dispongan de este servicio.