A José Antonio, de 56 años, se le humedecen los ojos cada vez que recuerda el reencuentro. Estuvo en la Uci 60 días. Durante ese tiempo su fisioterapeuta, Mercedes, ya subía a ayudarle en la recuperación de su movilidad. Y al despertar del coma inducido le prometió que en cuanto pudiera volver a caminar recibiría la visita de su nieto de 6 años, Adrián. Y ocurrió, como premio a los esfuerzos de José Antonio para superar la enfermedad. El reencuentro se produjo una de las primeras mañanas en las que el paciente estaba ya en planta, y fue un revulsivo definitivo para que saliera finalmente victorioso de un trance que pudo costarle la vida. Todavía arrastra algunas secuelas; dolores articulares y dificultad para respirar, pero la presencia de su familia, especialmente de su nieto, le da fuerzas para recuperar las capacidades que mermó el virus.