El Papa sigue con pronóstico reservado y nadie sabe cuánto tiempo más tendrá que permanecer en el hospital Gemelli de Roma. "El Papa pasó una noche tranquila, todavía descansa", ha informado este domingo su portavoz, Matteo Bruni, en un nuevo boletín positivo después de que el viernes Francisco sufriera una segunda recaída —por una crisis de broncoespasmo— que volvió a disparar la alarma sobre sus condiciones de salud.
"Todavía [estoy en] el hospital, donde como sabéis estoy desde hace varios días, acompañado por médicos y trabajadores sanitarios, a quienes doy las gracias por la atención con la que me cuidan", ha comentado el propio Papa, en su último Ángelus divulgado solo de forma escrita. "Siento en el corazón la 'bendición' que se esconde dentro de la fragilidad, porque precisamente en estos momentos aprendemos aún más a confiar en el Señor", ha añadido Francisco.
Es un reflejo más de esta situación de altibajos, el propio Bruni ha querido aclarar que el Papa —siempre este mismo domingo— ha recibido al secretario de Estado, Pietro Parolin y a Edgar Peña, el sustituto. Se trata del segundo encuentro con ambos desde desde Francisco fue hospitalizado hace 17 días, uno de los períodos más largos de un pontífice en un hospital.
Caras vaticanas
Pocos son los observadores veteranos que se atreven a hacer predicciones sobre el inmediato futuro en este clima de incertidumbre. "Mañana es otro día. Esto es todo", zanjan fuentes vaticanas cuando algún cronista más atrevido intenta deslizar alguna pregunta qué ofrezca detalles más precisos sobre lo que puede venir.
Tanto es así que, en la propia sala de prensa vaticana de la vía de la Conciliación, cada día más abarrotada, algunos periodistas que acuden a diario ha empezado a usar como brújula incluso los rostros de los oficiales vaticanos. Se ha aprendido, por ejemplo, que las caras largas anticipan, también antes de la lectura de los partes médicos, alguna complicación (la noche del sábado 22, cuando Francisco tuvo la primera recaída, la desolación incluso en la voz era abrumadora). Las sonrisas y gestos relajados, que las últimas pruebas indican que Francisco se encuentra de nuevo en la vía de la recuperación.
Turistas y curas
Alrededor de la plaza de San Pedro, esta dualidad también convive. Durante el día, manadas de turistas venidos de todas partes pasean despreocupados con el único anhelo de visitar las principales atracciones de la zona. De noche, los cardenales residentes y el personal de la curia se reúnen en la misma plaza o —cuando llueve— en el interior de la basílica de San Pedro para rezar durante unos 40 minutos por la salud del Papa.
Las noticias de la semana sobre la recuperación de Francisco iban mejor hasta el pasado viernes, cuando el Papa sufrió una broncoespasmo, que le provocó vómitos y por la que tuvo que ser broncoaspirado y también requirió de ventilación mecánica. El episodio causó "un empeoramiento repentino de su cuadro respiratorio", escribieron entonces los médicos, volviendo así a disparar la preocupación por sus condiciones.
No obstante, el parte médico del sábado devolvió algo de luz. En él, los médicos dieron a entender que la nueva recaída del Papa se estaría —al menos, según la primeras pruebas— resolviendo. "Las condiciones clínicas del Santo Padre se han mantenido estables" y Francisco no ha sufrido más "episodios de broncoespasmo", explicaron. Además de ello, "los parámetros hemodinámicos se han mantenido siempre estables", y el Papa "ha continuado alimentándose y ha realizado regularmente fisioterapia respiratoria, colaborando activamente".