El Serida, gigante de la investigación agroalimentaria: 40 científicos, 26 proyectos en marcha y 12,4 millones de presupuesto

El servicio regional de desarrollo agrario, con sede central en Villaviciosa, impulsa un "hub" público-privado de innovación para el sector

José A. Ordóñez

José A. Ordóñez

La magaya y las borras que sobran de los llagares tienen extractos antioxidantes, antidiabéticos y antiobesidad de gran interés científico, cuya aplicación práctica supondría un importante complemento económico para el sector sidrero de la región. Evaluar in vitro la actividad de estos extractos, en los que también se han detectado potentes efectos antivirales, forma parte del trabajo que desarrolla la investigadora Rosa Pando en el Área de Tecnología de los Alimentos del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida). El organismo, con sede central en Villaviciosa, constituye un peculiar universo de estudios agroalimentarios de vanguardia: lo mismo busca aplicaciones cosméticas y dietéticas para los desechos de la actividad llagarera, compuestos de gran capacidad antioxidante y antiviral, que avanza en la lucha contra las enfermedades del castaño y de la faba, o lleva a cabo proyectos en una granja-laboratorio para potenciar el valor de mercado de los productos lácteos de explotaciones ecológicas. Siempre con la vista puesta en la transferencia del conocimiento al sector y al conjunto de la sociedad, el Serida reúne a un equipo de investigación compuesto en la actualidad por cuarenta profesionales que tienen en marcha 26 proyectos científicos, varios de ellos con financiación europea. La plantilla total es de 174 trabajadores y el presupuesto alcanzará los 12,4 millones en 2023.

Aunque también está presente en Illano, Grado y Gijón, en sus dependencias de Villaviciosa el Serida cuenta con los servicios centrales y varios laboratorios. Además, el complejo ubicado en Les Baragañes dispone de una finca de 90 hectáreas en la que se llevan a cabo actividades de I+D+I en sistemas de producción animal, nutrición, pastos y forrajes, y cultivos hortofrutícolas y forestales. Junto a dos granjas demostrativas ubicadas fuera del complejo principal (una de carne y otra de leche), las instalaciones maliayesas de la entidad también incluyen el Banco de Germoplasma de Manzano y el Banco de Semillas del Principado de Asturias.

Mario Menéndez, en su laboratorio

Mario Menéndez, en su laboratorio / MIKI LOPEZ

 Heredero de la histórica Estación Pomológica de Villaviciosa y adscrito a la Consejería de Medio Rural, el organismo se verá afectado por la creación de la Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación Asturiana (Accia-Asturias) que el Principado impulsa a partir del Idepa, quedando dentro del área de I+D+I de la Consejería de Ciencia, dirigida por Borja Sánchez. “Adaptar las producciones al cambio climático, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, reducir la huella de carbono, fomentar la calidad de los alimentos o lograr la mayor sostenibilidad de las producciones a través del fomento de la biodiversidad” figuran entre las prioridades del Serida, según expone su directora, la bióloga Mamen Oliván, quien también coloca entre los objetivos más inmediatos del organismo la creación de un “hub” agroalimentario que agrupe a todos los actores públicos y privados del sector en la región. Tendrá sede en las instalaciones maliayesas del organismo, que ha logrado una partida económica del plan Next Generation de la Unión Europea (UE) para culminar una iniciativa en la que lleva tiempo trabajando. La captación de fondos nacionales y comunitarios que complementen los que le transfiere el Principado es clave para mantener al Serida en la vanguardia de la investigación agroalimentaria. A este respecto, el centro acaba de conseguir 738.584 euros en la última convocatoria de ayudas del Programa Estatal para Impulsar la Investigación Científico-Técnica y su Transferencia. Se trata de una aportación muy importante y que se destinará a proyectos sobre la resiliencia del castaño frente a la plaga de la avispilla, la detección de la paratuberculosis, la autentificación de la leche ecológica, la calidad de la carne de vacuno y la mejora genética y la sostenibilidad del cultivo de la faba, según detalla Oliván.

Así trabaja el SERIDA, el gigante investigador del campo: "Nuestra prioridad es adaptar las explotaciones al cambio climático"

Miki López

La innovación, desde el respeto al medioambiente, es uno de los pilares sobre los que descansa la actividad del Serida. A modo de ejemplo, lleva a cabo dentro del programa de Genética Vegetal un proyecto liderado por Juan José Ferreira sobre la denominada “agricultura de precisión”. Según indica el propio investigador, los trabajos ha permitido desarrollar “técnicas sostenibles de control de malezas, métodos para la producción ecológica de la faba o el control de la rotura de la semilla de la faba”. Para este programa el Serida cuenta con financiación europea del programa Bresov (5,9 millones) e Increase (6,9 millones), así como con partidas adicionales de los gobiernos de España y de Asturias. Las investigaciones del programa de genética vegetal han permitido recuperar tres variedades de escanda y cuatro de avellano, además de nuevas variedades de arándano, así como el desarrollo de variedades de faba resistentes a patógenos locales

El proyecto denominado NanoNaMilk se encuadra dentro de las investigaciones relacionadas con la sostenibilidad y la calidad del producto que desarrolla el Serida. A cargo de Mario Menéndez, busca desarrollar una plataforma genérica, con herramientas para el análisis rápido y a bajo coste, que diferencie la leche obtenida bajo diferentes formas de producción. De esta forma, explica Menéndez, se potencia el valor de los productos lácteos ecológicos, buscando la trazabilidad con el fin de contribuir a revalorizar el producto, mejorar su posicionamiento en el mercado y potenciar la supervivencia de la ganadería sostenible. “Este proyecto permitirá potenciar el valor de mercado de los productos lácteos producidos en explotaciones ecológicas sostenibles y, también, mejorar los métodos de diagnóstico de ácidos nucleicos en general”, detalla el científico durante una pausa en su trabajo de laboratorio.

El investigador Rafa Celaya, del área de Sistemas de Producción Animal, desarrolla el proyecto MEATGIT. Tiene como objetivo encontrar alternativas al manejo de pastoreo, apoyándose en herramientas de la Tecnología de Información Geográfica, para optimizar la utilización del pasto y mejorar la agrodiversidad y la viabilidad de los sistemas ganaderos extensivos, según explica Celaya en la finca de Villanueva, destinada por el Serida al ganado de carne y en la que, en la actualidad, hay 44 vacas reproductoras, tres toros y trece xatos. Su capataz es José Antonio González. Por un lado, desvela el investigador, se están utilizando collares con dispositivos GPS para conocer la ubicación de los animales y la utilización que hacen de los pastos. Por otro, se aplican imágenes de satélite que proporcionan información de la superficie con alta resolución, lo que permite generar mapas de distintos parámetros vegetales y estudiar sus variaciones. Para complementar la información, se realizan vuelos de dron en distintas épocas del año. Estas herramientas tecnológicas pueden ayudar a una toma de decisiones más rápida y eficaz en el manejo de los animales y los pastos, calendarios de pastoreo, movimientos del ganado o tiempos para fertilización y siega, así como acotar zonas en peligro de sobrepastoreo.

Rafa Celaya, en la explotación de ganado vacuno de carne

Rafa Celaya, en la explotación de ganado vacuno de carne / MIKI LOPEZ

Fernando Vicente Mainar, que también trabaja en el proyecto de magaya y borras de sidra para su aplicación en explotaciones ganaderas, atiende a LA NUEVA ESPAÑA en la finca de Samielles, dedicada por el Serida al vacuno de leche. El investigador es responsable del programa de Producción de Leche, que tiene como objetivo desarrollar estrategias de manejo y alimentación para la mejora sostenible y competitivo de la producción, protegiendo el medio ambiente, la salud animal y garantizando un suministro saludable. Según indica Mainar, la denominada bioeconomía circular es la estrategia más eficaz para alcanzar esos retos. Permite mejorar la salud del suelo agrícola, regenerar la biodiversidad, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la producción y calidad de la leche.

De hecho, el Serida participa en el Consorcio de Agroalimentación 0 Emisiones para alcanzar la neutralidad de las emisiones de carbono, ajustándose a la normativa europea. Para realizar una estrategia de bioecoenomía circular a nivel animal, por ejemplo, es imprescindible optimizar la alimentación, ajustando la oferta de nutrientes a las necesidades del animal y aportando ingredientes o suplementos que mejoren la digestibilidad de la ración. Así se consigue una reducción de la excreción de nitrógeno y de la síntesis de metano entérico, disminuyendo la emisión de gases de efecto invernadero. Además, Mainar defiende que el estiércol y los purines sean reutilizados, entre otras cosas, como biofertilizantes.

Son algunos ejemplos de la intensa actividad que se lleva a cabo en el Serida, donde, entre otras cosas, también se llevan a cabo desde hace años investigaciones relacionadas con la mejora de las manzanas de sidra, seleccionando aquellas variedades autóctonas de más valor para la Denominación de Origen o para reducir los efectos de la vecería o alternancia bianual de cosechas.

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