La pinacoteca de la sidra: así plasmaron los grandes maestros asturianos de la pintura los procesos y ritos de elaboración y consumo de la bebida regional

El Museo de Bellas Artes prepara una exposición sobre el tema para el próximo otoño

José A. Ordóñez

José A. Ordóñez

La cultura de la sidra que va a ser reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco tiene su propia y extraordinaria pinacoteca. Está integrada por las obras de los grandes maestros asturianos de la pintura en las que se reflejan escenas tradicionales relacionadas con los distintos procesos de elaboración y consumo de la bebida regional. De Piole a Valle. De la pumarada a la espicha. De Moré a Manuel Medina Díaz. Del llagar a la romería. El Museo de Bellas Artes prepara una exposición sobre el tema para el próximo otoño

 El recorrido por esta colección pictórica bien puede arrancar en los estertores de un verano de los primeros años veinte del pasado siglo en la pumarada de la quinta de Chor, parroquia carreñense de Prendes. En esa finca familiar pasa sus vacaciones el gijonés Nicanor Piñole (1878-1978) y le sirve de escenario para «La recogida de la manzana», uno de los cuadros más reconocidos del que llegaría a ser decano de los pintores asturianos. El óleo muestra a hombres y mujeres trabajando en la recogida y el traslado de las manzanas, con varios niños, que son los propios sobrinos del autor, jugando alrededor. Se trata de una obra de grandes dimensiones (150x206), de tono vital y colorista, que forma parte de los fondos del Museo de Bellas Artes de Asturias. Piñole lo pintó para la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922, sin obtener el resultado esperado. Y ello pese a que, para el crítico Jesús Villa Pastur, ya fallecido, estamos ante el cuadro «mas interesante del impresionismo español».

"Haciendo sidra"

"Haciendo sidra"

El ovetense José Uría (1861-1973), quien fuera profesor y responsable de la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, también asomó sus pinceles a las pumaradas asturianas. En «Recogida de manzanas» pinta a varias mujeres pañando y transportando frutos, con una niña pequeña comiendo una manzana junto a un perro en el primer término de la escena. El mismo tema aparece en «Recolección de manzana», de Tomás García Sampedro (1860-1937). Con estilo costumbrista y cierta idealización, se trata de una composición escalonada de cuatro mujeres en una pumarada. García Sampedro fue una figura clave en la denominada colonia artística de Muros de Nalón. Se trata de la escuela pictórica de La Pumariega, la finca familiar en la que en la segunda parte de la década de 1880 se reunían destacados pintores españoles bajo el magisterio de Casto Plasencia. 

La espicha", de Mariano Moré

"La espicha", de Mariano Moré

Con las manzanas ya en el llagar, Mariano Moré (1899-1974) inmortaliza el proceso de elaboración en «Haciendo sidra». Se trata de un óleo de 170X222 centímetros que este gijonés pintó en 1950 para la antigua Diputación Provincial por 25.000 pesetas y que fue restaurado hace unos años por la Junta General del Principado. «Todos los temas de mi arte son lugares y costumbres de nuestra región», escribió el artista en la carta dirigida a la Diputación en la que se ofrecía a pintar la obra con el objetivo de obtener el dinero necesario para viajar a Cuba y exponer parte de su producción pictórica ante la nutrida colonia asturiana de la isla caribeña.

Evaristo Valle (1873-1951) se queda «A la puerta del llagar», obra en la que aparecen tres paisanos a la entrada de una bodega en la que se adivinan varios toneles de sidra. De entre las figuras que plasma el gijonés en este óleo llama la atención la de un rubicundo bebedor, de apariencia achispada y nariz enrojecida. En «La tonada», Manuel Medina Díaz (1881-1955) pinta a un hombre cantando en un llagar, acompañado de un gaitero, mientras una mujer trabaja en las labores propias de la sidra.

"La tonada"

"La tonada"

 Celso Granda (1905-1975), el pintor de Pola de Lena, y el llanisco José Purón Sotres (1912-1987), también pintaron escenas del llagar, en el primer caso mediante un autorretrato.

El chigre, que ya aparece en grabados firmados en el siglo XIX por Meléndez y otros artistas del momento, es el escenario de una de las obras más reconocidas de Evaristo Valle. Se trata de «La merienda. Demetrio, el guapo, en la taberna», pintado en torno a 1949. El tal Demetrio, «gran comedor de oricios», según Valle, es un personaje de aspecto grotesco que aparece sentado junto a otro parroquiano, mientras la chigrera les sirve sidra para acompañar una merienda a base de pequeños mariscos. En «El chigre», Celso Granda reproduce una estampa con varios bebedores alrededor de una mesa. Uno de ellos está dormido, muy posiblemente a causa de una ingesta más que notable del zumo fermentado de la manzana. Al fondo a la izquierda, se aprecia a un hombre orinando, lo que da buena cuenta de los muy reconocidos efectos diuréticos (y laxantes) de nuestra bebida. 

Evaristo Valle también firma «Interior de chigre» (1906), mientras que el gran dibujante y caricaturista Alfredo Truán (1895-1964) crea en 1925 «El último culín», estampa con escanciador, gaitero y varios paisanos echando un cantarín. Paulino Vicente (1900-1990) es el autor de «Entendíu en sidra», curiosa caricatura de un bebedor con la botella en una mano y el vaso en la otra.

«La espicha» de Mariano Moré reproduce otro de los grandes ritos de consumo de la sidra, aunque curiosamente esta escena tiene lugar en un espacio exterior y no en un llagar. El tonel se encuentra subido a un carro y de él beben hombres y mujeres sentados.

En esta gran pinacoteca de la manzana y de la sidra no podía faltar la popular romería. Celso Granda, como tampoco podía ser de otra manera, inmortalizó la de La Flor; Purón Sotres hizo lo propio con «El baile de Santa Marina»; Mariano Moré plasmó en su obra la romería de Granda, y Valle pintó «El indiano y su familia en la romería», mientras que Nicolás Soria (1882-1933) firmó «Al Carmen». Nicanor Piñole también se fijó en esta secular tradición religiosa y festiva. En «De vuelta de la romería» pinta el regreso de la Sacramental de Perlora, con varias personas campo a través camino de Prendes, con vistas al fondo de la costa de Carreño, incluyendo el cabo San Antonio.

"De vuelta de la romería"

"De vuelta de la romería"

Junto a las obras pictóricas relacionadas con los procesos de elaboración y consumo de la sidra, la manzana también está presente en numerosos bodegones como los firmados a finales del siglo XIX por Telesforo Cuevas y Julia Alcayde, respectivamente. El fruto aparece en «El mercado de Quirós», de Moré, o en «Vendiendo manzanas», de Valle, quien también tocó el tema de la manzana en el paraíso perdido con «Adán y Eva (humorada)».

Tras el camino abierto por los grandes clásicos de la pintura, la sidra y su materia prima también han estado presentes en la obra de generaciones posteriores. Úrculo y sus manzanas son buen ejemplo de ello y también forman parte de esa gran pinacoteca que fortalece la cultura desarrollada en torno a una bebida convertida en símbolo de la identidad asturiana.