Villaviciosa levanta la persiana: emprendedores de distintos sectores abren cuatro nuevos negocios en la capital

Emprender no es tarea sencilla. A veces, incluso, ciclópea. Los trámites exasperantes, los elevados costes iniciales y la incertidumbre de saber si todo el esfuerzo dará el resultado apetecido hacen que sean pocos los valientes que se atrevan a dar un paso adelante y poner en marcha su propio negocio. Entre esos considerados «locos» por quienes desde la barrera ven los quebraderos de cabeza que acarrea tal decisión, Villaviciosa parece haberse convertido en plaza idónea para iniciar ese recorrido laboral. 

El concejo maliayés crece en población, atrae cada vez a más turistas y su tejido empresarial se refuerza. Solo en las últimas semanas se han puesto en marcha en el casco urbano tres negocios nuevos: una galería de arte; un restaurante y un estudio de pilates.A los que hay que sumar un local de arreglo de uñas que ya lleva unos meses.

 El restaurante se llama La Chispa, regentado por Natalia Gutiérrez, maliayesa, vecina de Oles, propietaria también del popular establecimiento El Gallineru, ubicado a la salida del casco urbano de Villaviciosa. «Estoy loca, si fuera normal no hubiera abierto otro local», bromea. En realidad, la decisión de afrontar un nuevo reto tiene una razón de peso: «Por mi plantilla. El Gallineru ahora por el invierno está mucho más tranquilo. Abrimos solo de viernes a domingo y festivos. Esto lo hice básicamente por ellos, para no tener que reducirles el contrato. Son gente joven que siempre ha respondido bien», asegura.

Encontrar un nuevo local le vino, además, «casi hecho». «Siempre pasaba por aquí delante y resulta que el propietario es el jefe de uno de mis proveedores. Lo vine a ver y lo alquilé», explica. Respecto a la clientela, tener un establecimiento ya consolidado le ha dado un empujón, aunque reconoce que «Villaviciosa no es fácil. En mi caso tengo muchos clientes que son turistas o gente que tiene aquí una segunda residencia».

Pablo García es vecino de Pola de Siero, pero hace unos días abrió un estudio de pilates en el concejo. «Decidí que ya era hora de ir por libre. Buscaba un sitio donde no se diese esta modalidad y Villaviciosa me gusta muchísimo por su población y el ambiente que tiene», explica. El mes de octubre ofreció clases de prueba gratuitas, porque «no todo el mundo conoce esta disciplina y hay que ir llenando los grupos». Por suerte, «la respuesta fue muy buena. Estoy arrancando, pero ves movimiento y que la gente tiene interés». 

El pilates de máquinas, dice, «engancha. La principal diferencia con hacerlo en el suelo es que la máquina te permite hacer los movimientos con más facilidad. Trabajas todo el cuerpo, pero los músculos no sufren. Además, tienes más alternativas y ejercicios distintos». Lo corroboran sus primeras alumnas. «Salí pensando que no había hecho nada y al día siguiente tenía muchísimas agujetas», comenta una de ellas.

A su corta edad, tan solo 22 años, García se ha dado cuenta que emprender «no es nada fácil si no tienes a alguién detrás». «La inversión en mi caso es muy grande porque las máquinas cuestan mucho dinero, si no tuviese el apoyo de mis padres hubiera resultado imposible», reconoce. Su madre, María Isabel Sánchez, es la encargada de ayudarle en estos momentos iniciales.

Con «mucho miedo» se lanzó también Ainhoa Martínez. En su caso, a sus 41 años, la dificultad para encontrar trabajo la llevó a abrir su propio negocio. Siempre le había gustado el mundo de la estética, se formó y en julio abrió su propio local de uñas en la calle Víctor García de la Concha. «Al principio me encontré con muchísimo trabajo de golpe. En Villaviciosa, en verano se duplica la población y lo noté. Ahora ha bajado algo, pero sigo muy contenta; ya empiezo a tener una clientela fija».

Ellos son los últimos en dar un paso adelante e incentivar el tejido empresarial de Villaviciosa, pero aún vendrán más. «Dicen que van a abrir algún comercio más», adelanta Martínez.