Chapuzones inolvidables tras cuarenta años sin pisar una playa: "Esto sí es vida"

Cruz Roja Villaviciosa acerca a los mayores de las residencias cercanas a Rodiles para ofrecerles una experiencia inolvidable

Villaviciosa

Manolo Arribas llevaba casi cuarenta años sin pisar una playa, pero cuando tocó la arena de Rodiles no se lo pensó. Se quitó la ropa y acompañado de una voluntaria de Cruz Roja se dio un chapuzón que tardará tiempo en olvidar. "Cuando era pequeño salía de casa y ya tenía la playa, pero desde que mi mujer enfermó no volví", recuerda este gallego, afincado en Asturias desde los años cincuenta y usuario de la residencia de mayores Miyar-Somonte de Amandi, en Villaviciosa.

Quince usuarios de la institución maliayesa disfrutaron pudieron disfrutar a principios de agosto de una jornada inolvidable a orillas del mar gracias al programa que Cruz Roja pone en marcha cada verano. "Aprovechamos que tenemos el vehículo adaptado para ir a buscarlos y que pasen una mañana de playa. Muchos llevaban años sin venir", explica Alejandro Marcos. Hasta el momento han colaborado con la residencia San Francisco, el centro de día de Cabranes y la de Amandi. Este verano la experiencia se realiza también con la residencia de El Portal y la del ERA de Lastres.

La actividad supone para los usuarios de estos centros un soplo de aire fresco. "Esto es vida", como señala Lumina Herrero, de 91 años, mientras disfruta de la brisa fresca sentada en su silla tras unas gafas de sol negras. Ella siempre fue "mucho de playa", pero la vida quiso que llevase demasiado tiempo sin pisar la arena. Su juventud, por el contrario, la pasó toda en Rodiles. Por eso cuando en la residencia le propusieron el plan no lo pensó. "Este viaje fue todo un acierto y tenemos que dar las gracias a Elisa, que es la que se encarga de moverlo siempre todo", destaca.

A Rosa Marcos, de 96 años, caminar por la arena le curó todo los males. "Normalmente me duele mucho la espalda, pero hoy no me duele nada", asegura mientras camina de la mano de Isabela Bottinga. Durante el camino de regreso al puesto de Cruz Roja no puede evitar emocionarse. "Qué gente más buena hay por el mundo", comenta sobre los voluntarios. 

Entre las usuarios también estaba María Jesús Pando que a sus 102 años, muy bien llevados, aún recuerda las salidas que hacía a Rodiles con el catecismo. Su compañero, Antonio Parrado, solía ir todos los fines de semana a la playa con su mujer, pero como el resto hacía casi dos décadas que no había vuelto.

Todos ellos disfrutaron este jueves de una jornada inolvidable, cargada de buena compañía, amenas conversaciones, paseos por la arena y una comida al aire libre con la que dejar a un lado los pesares, al menos por unas horas.

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