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De París a Villaviciosa: repaso de principios de año a los deberes pendientes para la recuperación de la ría maliayesa

De París a Villaviciosa

De París a Villaviciosa

Ignacio Alonso L. Iñarra

Ignacio Alonso L. Iñarra

A todos nos suena la movida que los parisinos montaron alrededor del río Sena para conseguir celebrar las pruebas de triatlón y el maratón de natación en sus aguas contaminadas, cosa que no pudieron conseguir, aunque la alcaldesa, para dar ejemplo, se sumergiese en sus aguas brevemente como hacen los testigos de Jehová al bautizarse, pero es lo que tiene ser político …

El día del famoso baño las aguas del río presentaban valores de contaminación de la bacteria fecal Escherichia coli superiores a los permitidos por las federaciones deportivas (1000 UFC) y una turbiedad nada apetecible. Ya en las pruebas clasificatorias para los Juegos Olímpicos de París 2024, realizadas en aguas abiertas de Sunderland, más de 50 atletas enfermaron con diarrea y malestares tras participar en las competiciones de natación en el mar, como parte del Campeonato Mundial de Triatlón de Reino Unido. Los vertidos en esa zona de la costa, procedentes de una planta de tratamiento de aguas residuales, alcanzaban el día de la prueba los 3400 UFC.

Todo esto viene a colación porque en noviembre se ha revisado la directiva europea sobre Tratamiento de Aguas Urbanas, limitando los vertidos de materia orgánica biodegradable, el fósforo, nitrógeno y microcontaminantes en distintas circunstancias y años de aplicación de las normas entre 2035 y 2045. Además, obliga a las plantas de tratamiento de aguas residuales a utilizar exclusivamente energía procedente de fuentes renovables a partir de 2045.

Suena bien, aunque lo que ocurre habitualmente es que las administraciones corren a implantar los medios a última hora para intentar cumplir parte de los compromisos y las directivas vuelven a ampliar los plazos de forma que casi nunca vemos terminar lo que se acuerda.

En la ría de Villaviciosa hay varios compromisos de esos que se van alargando y no se les ve el final. No vamos a repasar el calendario, pero sí las promesas, por eso de que llegamos a final de año y conviene recordar los deberes que tenemos pendientes de hacer.

Llevamos años insistiendo en la importancia de realizar un estudio de los orígenes de la contaminación de la ría, pero las administraciones no dan respuesta. El tiempo pasa y las condiciones de la ría aparentemente mejoran, tal como se puede observar en la representación gráfica de los resultados de los análisis periódicos de las aguas realizados entre 2015 y 2024. El problema es que, así como mejoran las condiciones generales, se sigue produciendo la misma incertidumbre hoy que hace 30 años. En cualquier momento y a todo lo largo del cauce, cualquier zona de la ría puede verse afectada por un alivio de aguas fecales sin tratamiento procedente del sistema de saneamiento o de vertidos incontrolados que posiblemente existan pero no se detectan (los tan socorridos purines, pozos negros y otros indeterminados).

El tema podría disimularse y nadie tendría por qué hablar de ello si no fuese porque en la ría hay unos sensores que nos avisan de que las cosas no van tan bien como nos cuentan: las almejas. No logramos alcanzar unos niveles de limpieza en los moluscos que permitan su captura y comercialización debido a la bacteria E. coli. Nos pasa como a los que intentan nadar en el Sena.

Para lograrlo, es necesario disminuir la carga del sistema de recogida de aguas residuales de Villaviciosa mediante el desvío de los arroyos naturales, que actualmente entran en el alcantarillado y lo saturan. Esta obra puede aportar grandes beneficios al sistema de recogida y tratamiento de las aguas residuales, ya que evitará muchos de los vertidos de los aliviaderos a la ría. Pero, una vez más, es una magnífica promesa que no aterriza desde 2021 y, así, seguimos esperando con el E. coli por encima de 1000 UFC en varias épocas del año.

La inundación de algunos porreos y su posible repercusión sobre la contaminación parece evidente, aunque solo sea por el enorme volumen de tierra fértil que las mareas continúan arrastrando a la ría, acompañada de espumas, restos flotantes y E. coli, como se observa en la curva de contaminación del año 2017, año de inundación de un porreo de 70 hectáreas en el que todos los meses del año la ría presentó una media de 2000 UFC.

Seguimos detrás de cerrar algunos porreos, parece una quimera, una utopía inalcanzable, porque a los que no les interesa y los ignorantes del asunto alegan que es complejo, costoso, inútil, antinatural y una retahíla de adjetivos variopintos fácilmente discutibles: con los medios modernos, utilizando sistemas y materiales tradicionales, deberíamos ser competitivos respecto a los que cerraron los porreos hace dos siglos. En gestionar y proteger la ría no se ha invertido nada significativo desde el siglo XIX; el mantenimiento del paisaje singular de los porreos y su "utilidad" social y económica son motores de vida potenciados por grandes organizaciones internacionales; la biodiversidad está disminuyendo en el mundo de una forma alarmante, el inundar un porreo implica una enorme pérdida de biodiversidad al destruir un ecosistema completo transformándolo en un barrizal.

Parece que podemos esperar que, dentro de unos años, tras más de treinta solicitándolo, veamos una senda ciclopeatonal por la orilla izquierda de la ría. No está de más recordar que la ría, aun siendo el elemento más significado de Villaviciosa, ha sido tradicionalmente ignorada, sin accesos, con decenas de años de promesas y todavía en la actualidad difícil de disfrutar por lo inaccesible, mal gestionada y poco cuidada.

Empieza un nuevo año, nos falta mucho, no lo olvidemos.

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