Higiene y tirar la última sidra prensada, consejos del cura Caunedo para los llagareros del siglo XVIII
El historiador Carlos Otero recupera en un libro la figura del párroco de Amandi, autor del primer tratado que se conserva sobre la manzana y la bebida regional

Por la izquierda, Alejandro Vega, Tino Cortina, Carlos Otero, Luis Benito García y Miguel Calleja, en la presentación del libro en Villaviciosa. | L. P.

José Antonio Caunedo y Cuenllas fue un cura del siglo XVIII, párroco durante 33 años en Amandi (Villaviciosa), erudito y entendido en sidra, que pasa por ser el autor del primer manual sobre producción de manzana y elaboración de la bebida que se conserva en Asturias. Una figura muy interesante de la que no se conocían demasiados datos, pero que ha sido rescatada para la posteridad por el historiador llastrín Carlos Otero Busta, autor del libro "José Antonio Caunedo y Cuenllas. Párroco ilustrado (1725-1802)".
La obra, impulsada por Sidra Cortina con la colaboración del Ayuntamiento de Villaviciosa, depende del área de investigación de la Cátedra de la Sidra de la Universidad de Oviedo, y dispone de un prólogo de su director, Luis Benito García.
"Ha sido un trabajo laborioso", explicó Otero Busta, al hilo de la investigación sobre el sacerdote, nacido en Somiedo en 1725, y reconocido también por la reconstrucción "piedra a piedra" del templo de San Juan de Amandi. También fue nombrado arcipreste de la diócesis de Villaviciosa y ha pasado, además, a la historia por dos publicaciones: "Del fomento de los plantíos y modo de hacer la sidra en Asturias" y "Memoria sobre el manzano y la fabricación de la sidra". Se consideran los primeros trabajos publicados en la materia que han llegado a nuestros días. El primero lo escribió "para ayudar a un cura de León, que intentó hacer allí sidra y le salió fatal".
La segunda obra "es un informe para el regente de la Audiencia, en el que habla sobre los manzanos", detalla el autor, con indicaciones sobre "cerca de 50 variedades de manzana y referencias a los injertos para favorecer el cultivo".
De sus escritos se desprenden consejos muy interesantes. "Insiste mucho en mantener la higiene, y recomienda que la última sidra que se exprime no se mezcle con el resto, porque es donde revientan las pepitas de la manzana y amargaría el resto de la sidra", subraya Otero. También señala que "aunque nunca probó la sidra de Vizcaya, considera que es peor que la asturiana porque desde Tazones se les exportaba la de aquí y por algo sería". Más aún: "Dice que la sidra inglesa, que probó en Gijón, sabía como barro mezclado con agua".
Datos históricos que demuestran, como apuntó Luis Benito García, que "el sector sidrero empezaba a ser ya relevante en la economía regional". Un germen de lo que vendría después, hasta llegar a ser Patrimonio de la Humanidad.
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