Svetlana Poutilina: “Sin una prueba que distinga el azabache asturiano, la IGP no tiene sentido”

La nueva presidenta de la Asociación Cultural Azabache Jurásico de Villaviciosa reclama apoyo institucional para retomar una investigación científica que permita diferenciar el azabache asturiano de otros materiales antes de abordar la tramitación de una Indicación Geográfica Protegida (IGP)

Svetlana Poutilina, nueva presidenta de la Asociación Cultural de Azabache Jurásico de Villaviciosa

Svetlana Poutilina, nueva presidenta de la Asociación Cultural de Azabache Jurásico de Villaviciosa / C. V.

Villaviciosa

La Asociación Cultural Azabache Jurásico de Villaviciosa ha vuelto a poner sobre la mesa una reivindicación que lleva años pendiente: la necesidad de desarrollar una prueba científica que permita identificar de forma clara y oficial el azabache asturiano frente a imitaciones y materiales similares que actualmente se comercializan como si lo fueran. Así lo ha manifestado Svetlana Poutilina, nueva presidenta de la asociación, tras una reunión mantenida con Daniel Ares, jefe de sección de Promoción de Comercio y Artesanía del Principado de Asturias.

Para la asociación, el encuentro, que originalmente iba a celebrarse con el director general de Comercio y Artesanía, Julio González Zapico —ausente por enfermedad—, tendría lugar con el objetivo de retomar la conversación sobre la posible financiación de esa prueba, que es clave para preservar la autenticidad del material y garantizar su protección legal. Sin embargo, Poutilina y la expresidenta, la reconocida artesana María Pérez, se encontraron con un planteamiento distinto: la propuesta del Principado de comenzar los trámites para una Indicación Geográfica Protegida (IGP) para la artesanía elaborada con azabache.

“Esperábamos poder enfocar la reunion en  base a la búsqueda de la formula para distinguir el azabache de otros materiales y cómo financiar esa prueba que nos habían prometido, pero nos encontramos con una propuesta para tramitar una IGP”, explica Poutilina. “Nosotras creemos que sin esa prueba, la IGP no tiene sentido. Es empezar la casa por el tejado”.

La prueba a la que Poutilina hace referencia consiste en analizar las propiedades de triboelectricidad del azabache, una característica que, mediante el frotamiento del material, permite generar electricidad al contacto con otros cuerpos, y que en el pasado ya se mencionaba en antiguos documentos como técnica de identificación. Sin embargo, la presidenta de la asociación insiste en que esta prueba debe tener una validación científica, oficial y actual. “Está muy bien que lo digamos nosotros o que lo recoja un documento medieval, pero lo que hace falta es que alguien con una formación científica lo estudie y lo certifique”, afirma.

La asociación ya había iniciado este camino hace dos años, cuando contactaron con la investigadora Isabel Suárez, del Instituto Nacional del Carbón (INCAR), plantearon el desarrollo y prepararon materiales para comenzar el estudio. Pero la falta de financiación paralizó el proceso. “María habló con el Director General, que se había comprometido a financiarlo en otras ocasiones, pero al final no se materializó nada. Sin esa base, da igual que tengamos un BIC, una IGP o una mina: si no puedes demostrar que lo que vendes es realmente azabache, el mercado se llena de imitaciones más baratas pero que se venden como azabache”, denuncia Poutilina.

Desde la asociación critican que, a día de hoy, la única norma que define el azabache de Asturias —la norma UNE— es tan ambigua que no sirve para diferenciarlo legalmente de otros materiales similares, como el lignito importado. “La definición es tan vaga que casi cualquier cosa podría pasar por azabache. Necesitamos una prueba física y objetiva que permita distinguirlo con garantías”, subraya Poutilina.

Pese a que reconocen el valor de una futura IGP, tanto desde el punto de vista comercial como cultural, consideran que esta no puede iniciarse sin antes contar con las herramientas adecuadas para proteger realmente el material. Además, la normativa europea que regula las IGP artesanas, aprobada en 2023, aún carece de desarrollo a nivel estatal y autonómico, lo que complica aún más el proceso. “Una IGP protege la artesanía, la tradición, el saber hacer... pero no garantiza que el material con el que se trabaja sea auténtico. Nosotros ante todo somos una asociación cultural, y pensamos que el azabache va mucho más allá simplemente de cuánta artesanía puedes vender con él. Es un bien que pertenece a todos los asturianos y la Administración debería esforzarse un poco más en protegerlo y distinguirlo de otras cosas.”, señala la presidenta.

En este contexto, la Svetlana Poutilina también hace un llamamiento a la comunidad científica. “Ojalá alguien lea esto y pueda ayudarnos. Buscamos físicos, investigadores o incluso estudiantes que quieran trabajar en esto, publicar un artículo, desarrollar una tesis... cualquier apoyo será bienvenido. Necesitamos colaboración y respaldo institucional para avanzar”.

Por ahora, desde la asociación se encuentan a la espera de una nueva reunion, esta vez sí que con Zapico, para avanzar en esta situación, al tiempo que se adaptan a los nuevos cambios en la directiva. Svetlana Poutilina ha asumido la presidencia tras la renuncia de María Pérez, histórica defensora del azabache, por motivos de salud. “La verdad que coger las riendas así es triste, ya que se debe a la enfermedad de María, y para mí es una sensación agridulce”, confiesa Poutilina. “Es mucha responsabilidad y hay tareas pendientes, pero la idea es seguir tirando del carro, continuar con el excelente trabajo que ha hecho María, y no pararemos hasta conseguir que el azabache de Asturias sea reconocido como la joya única que es, de una manera o de otra, con IGP o no”, afirma Poutilina.

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