Entrevista |
Luis Benito García, autor de un estudio sobre la historia sidrera de Villaviciosa: "El Festival de la Manzana fue decisivo para dignificar la sidra"
"Queda muchísimo por investigar, queremos ampliar el equipo con arqueólogos, antropólogos y etnógrafos para inventariar toda la cultura material en este campo"

Luis Benito García / Julián Rus / Julian Rus
El profesor de la Universidad de Oviedo, Luis Benito García, es una de las voces más autorizadas en el estudio de la sidra y de su cultura. Director de la Cátedra de la Sidra, ha dedicado más de dos décadas a investigar este fenómeno social, económico y cultural, hasta lograr que la Cultura Sidrera Asturiana fuese reconocida por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un proyecto en el que trabajó durante más de 15 años.
Su implicación con Villaviciosa, cuna de la manzana y de la sidra, le llevará a ser doble protagonista en el XXXV Festival de la Manzana. El jueves 9 de octubre presentará en el Teatro Riera la obra “Historia de la cultura sidrera de Villaviciosa y del Festival de la Manzana”, un estudio histórico promovido por el Ayuntamiento y la Universidad; y el viernes 10 regresará al mismo escenario para pronunciar el pregón de apertura del certamen.
–El jueves presentará su último trabajo de investigación. ¿Cómo nace este libro y qué persigue?
Nace como una propuesta del Ayuntamiento de Villaviciosa con motivo del festival, tras la declaración de la UNESCO. Queríamos elaborar una obra que recogiese la historia de la sidra en el concejo y también del propio Festival de la Manzana. Es un libro de síntesis, de investigación histórica, que intenta ser un material comprensivo para todo el mundo que llegue a él, no solo pensado para un lector local que ya conoce el tema, sino para cualquiera en cualquier parte del mundo. Por eso hablamos de un volumen con aparato crítico, riguroso en lo académico, pero al mismo tiempo accesible.
–¿Qué aspectos aborda en sus páginas?
El libro repasa la evolución de la producción de manzana y sidra en Villaviciosa, la relevancia que tuvo la sidra espumosa, la importancia de la Asociación de Agricultores, que funcionó hasta la Guerra Civil, o la estación pomológica, la segunda que se creó en Asturias y sin duda la más importante. Y, por supuesto, un capítulo específico está dedicado al Festival de la Manzana, que forma parte ya de la propia historia cultural del concejo.
–Además incluye a jóvenes investigadores que trabajan con usted.
Sí, y para mí eso es lo más ilusionante. Quería que este libro no fuese solo un trabajo mío, sino también un espacio para que nuevas generaciones se formasen y se diesen a conocer. Han participado doctorandos y recién graduados que están iniciando sus investigaciones conmigo: Lúa Woodward, que aporta dos capítulos; Carlos Otero; la investigadora turca Sezin Uckuyu; y Óscar Vigón, que acaba de finalizar un trabajo sobre la sidra en el siglo XIX en Villaviciosa. Alrededor de la Cátedra ya se están desarrollando tesis doctorales, trabajos de máster y de grado, y eso asegura que esta investigación no se quede en algo puntual, sino que tenga continuidad.
–Un día después, será pregonero del festival. ¿Cómo afronta este reto?
Es un honor. Para mí, todo lo que tenga que ver con la promoción de la manzana y de la sidra merece la pena, y hacerlo en Villaviciosa, que tiene un papel central en esta cultura, es muy especial. No repetiré lo que cuente en la presentación del libro; el pregón tendrá un tono más emotivo. Hablaré de la villa, de la importancia del festival y de lo que significa este certamen para la gente, porque creo que esa dimensión más cercana también es fundamental.
–En sus investigaciones ha estudiado cómo nació el Festival de la Manzana en los años 60. ¿Qué importancia tuvo en aquel contexto?
Surgió en 1960, inspirado en el Apple Blossom Festival de Washington, como una fórmula económica para promocionar la manzana asturiana y abrir mercados. El franquismo lo utilizó también con fines institucionales y propagandísticos, pero al mismo tiempo fue decisivo para dignificar la sidra, darle visibilidad y convertirla en un elemento de modernización festiva en Asturias. Desde su primera edición se consolidó como escaparate turístico y agropecuario, además de integrarse en la identidad colectiva local.
–¿Qué papel han jugado los festivales en la proyección exterior de Asturias?
Han sido clave. Más allá del ocio, combinaron negocio, modernización y promoción. El Festival de la Manzana de Villaviciosa, junto con el de la Sidra de Nava, abrió un camino en los años 60 y 70 que luego siguieron otras citas especializadas. Estos festivales permitieron asociar la sidra a la cultura asturiana de forma muy visible y proyectar una imagen de Asturias al exterior en un momento en que el turismo empezaba a despegar.
–La declaración de la UNESCO fue un hito. ¿Cómo vivió ese proceso tras tantos años de trabajo?
Lo viví como el proyecto de mi vida. Llevo investigando sobre sidra más de 25 años; la idea de la candidatura se me ocurrió hace dos décadas y trabajé en ella durante más de 15 años. El reconocimiento fue posible porque había detrás un corpus científico sólido, con publicaciones en revistas de prestigio internacional y editoriales de impacto que avalaban que lo que contábamos sobre la cultura sidrera era verdad. Es la parte menos visible del trabajo, porque no se ve tanto como un acto público, pero fue determinante para que la candidatura prosperase.
–¿Queda mucho por investigar?
Muchísimo. Este libro es solo un primer peldaño. En mi caso quiero profundizar en los siglos XVIII y XIX, porque mis investigaciones previas cubrían desde la Restauración hasta la actualidad. Tengo un investigador interesado en los siglos XVI y XVII, y queremos ampliar el equipo con arqueólogos, antropólogos y etnógrafos para inventariar toda la cultura material. La sidra tiene todavía muchas páginas por escribir y Villaviciosa, en particular, ofrece un campo riquísimo de estudio.
–¿Qué espera que suponga este libro para la villa?
Que sirva como estímulo. Que motive a que surjan más estudios locales y nuevas investigaciones. Villaviciosa tiene una historia ligada a la sidra que merece ser contada con profundidad, y creo que este trabajo puede ser el inicio de un camino aún más largo.
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