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Arranca el Festival de la Manzana de Villaviciosa: investigadores del Serida analizan las plagas de las pomaradas (como la del topillo)

Los científicos Enrique Dapena y Aitor Somoano apostaron durante la jornada por la creación de una red de datos para mejorar la rentabilidad del manzano

Aprender en la pomarada: así fue la demostración del SERIDA en Villaviciosa

Carla Vega / Amor Domínguez

Villaviciosa

El XXXV Festival de la Manzana de Villaviciosa comenzó este jueves con un enfoque técnico y profesional, a través de la jornada organizada por el SERIDA (Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario), que reunió en el Ateneo Obrero a productores, técnicos y representantes del sector para analizar los retos de la fruticultura asturiana.

La cita, que abrió oficialmente la programación del festival, se centró en dos temas clave. Por un lado, la sostenibilidad y rentabilidad del cultivo del manzano de sidra, y por el otro, los problemas causados por los roedores en las plantaciones. Las ponencias corrieron a cargo de Enrique Dapena y Aitor Somoano, investigadores del Programa de Fruticultura del SERIDA, y culminaron con una visita a dos fincas semiintensivas para la demostración práctica de técnicas de control.

Abrió las jornadas Dapena, que presentó el proyecto Agrodata Astur Manzano-Sidra, una iniciativa pionera que pretende crear un gran espacio para compartir datos sobre las plantaciones asturianas de manzano de sidra, con el fin de mejorar su sostenibilidad y rentabilidad. El proyecto, financiado con 452.928 euros a través de los fondos europeos Next Generation EU, forma parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia impulsado por el Gobierno de España, el Ministerio para la Transformación Digital y el Principado de Asturias.

Durante su intervención, Dapena repasó la evolución del sector en los últimos cuarenta años, desde las pomaradas tradicionales hasta las nuevas plantaciones intensivas. “No se trata de que unas sustituyan a las otras, creemos que las dos pueden coexistir. Las plantaciones tradicionales tienen su valor, y las intensivas, aunque requieren una mayor inversión inicial, pueden aportar rapidez de producción y eficiencia”, expresó el investigador.

Este proyecto busca analizar, de forma científica, el comportamiento de distintas variedades de manzano en función de las condiciones de cada parcela: tipo de suelo, topografía, clima o manejo. “Queremos recopilar toda esa información para que los productores tengan una base sólida sobre la que tomar decisiones. Hasta ahora muchas veces se hacía por ensayo y error; con los datos, podremos ofrecer recomendaciones prácticas basadas en la experiencia real del territorio”, explicó Dapena.

El investigador destacó que este trabajo permitirá diagnosticar las plantaciones realizadas en los últimos treinta años, optimizar su rendimiento y extraer enseñanzas para el futuro. “Habrá quien prefiera variedades más rústicas, que tarden más en producir, y otros que apuesten por sistemas más rápidos de entrada en producción. Lo importante es que cada productor pueda decidir con conocimiento, adaptándose a las características concretas de su parcela”, añadió.

La segunda ponencia, a cargo de Aitor Somoano, se centró en una de las problemáticas más recurrentes del sector, los roedores que dañan los manzanos, principalmente la rata topera y el topillo lusitano. Somoano lleva años estudiando estas especies en distintos puntos de la región y explicó que “en los últimos años se han registrado auténticas explosiones demográficas, tanto en la Comarca de la Sidra como en el suroccidente asturiano, e incluso en zonas de Lugo”.

El investigador subrayó que no existe una única medida eficaz para el control de estas plagas. “No hay una bala de plata, pero sí un conjunto de estrategias que, combinadas, pueden reducir significativamente las poblaciones si se aplican a tiempo”. Entre ellas, destacó el trampeo sistemático, la vigilancia continua de las parcelas y, sobre todo, la coordinación entre vecinos.

Cuando las poblaciones están en fase de crecimiento es cuando hay que actuar. Si se espera a una explosión demográfica, la frustración es inevitable, y ahí llega la presión social, presión política, y los resultados son mínimos”, advirtió. Por eso insistió en la importancia de un plan de monitorización que abarque toda la cornisa cantábrica, con el fin de anticipar el inicio de las fases de aumento poblacional.

Somoano explicó que en Villaviciosa la situación es relativamente favorable por el paisaje, “que contiene un poco las poblaciones”, pero alertó de los daños que pueden causar estas poblaciones, aunque no sean muy numerosas. “En plantaciones jóvenes, los manzanos pueden quedar como lápices, y en las más adultas se merma la producción y se pierde verticalidad”.

Entre las medidas más efectivas, destacó la instalación de vallados metálicos perimetrales que impidan recolonizaciones. “Tienen que ser de malla electrosoldada a ser posible, enterrada unos cincuenta centímetros y con otros tantos sobresaliendo del suelo. Todas estas medidas implican un gasto, no cabe duda, pero resultan una inversión rentable si se quieren proteger las parcelas”, explicó Somoano.

Posteriormente a su ponencia, durante la visita a la parcela, el investigador mostró cómo colocar correctamente las trampas en las galerías, una técnica que requiere precisión y constancia “No vale con poner una o dos trampas; hay que ser sistemático, aplicar el control por calles y mantenerlo de forma secuencial”.

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