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La desconocida e impresionante cascada asturiana situada a tan solo media hora de Gijón: en un acantilado y con salto directo al mar Cantábrico

Los dos primeros niveles son accesibles a través de una ruta de 1,2 kilómetros con salida de Argüero (Villaviciosa)

Cascada de La Mexona

Cascada de La Mexona / Wikiloc/ @moredaenaccion

Cuando parece que ya está todo visto en Asturias, la región vuelve a sorprender. En el concejo de Villaviciosa y a tan solo media hora de Gijón se encuentra una impresionante y desconocida cascada que poco o nada tiene que envidiar a las de Oneta, en Villayón, o de Nonaya, en Salas.

Se trata de la cascada de La Mexona, en Argüero, que a diferencia de las otras mencionadas, su salto se produce directamente al Cantábrico. Este espectáculo de la naturaleza está compuesto de tres saltos. Los dos primeros son accesibles, mientras que el tercero se precipita al mar. Las vistas desde allí son impresionantes, puesto que la catarata está en el borde de un acantilado.

Cómo se llega

Para llegar hasta este tesoro solo hay que recorrer a pie una ruta de 1,2 kilómetros. El recorrido es sencillo, pero hay que tener mucho cuidado. El camino tiene barro y es resbaladizo en algunos tramos por el agua, por lo que se recomienda llevar calzado especial. La senda hasta La Mexona, que debe su nombre al verbo asturiano mexar, que significa orinar (en este caso, orinar sobre el Cantábrico), parte del pueblo de Argüero, muy cerca del hotel rural La Figar.

Poco señalizado

A escasos 200 metros de allí hay un cartel que indica la cascada. En ese punto comienza un sendero de tierra entre extensas praderas. A los cinco minutos aparece el primer desvío, sin indicar, que hay que tomar a la izquierda. Cuesta abajo llega el siguiente desvío, de nuevo a la izquierda. Poco después habrá que atravesar un pequeño puente de tablones de madera para llegar a La Mexona. El paisaje es salvaje, con un intenso verde alrededor y azul en el horizonte.

Acceso al primer nivel

La cascada ya está cerca. Solo hay que seguir el camino hecho entre la vegetación y seguir el ruido del agua cayendo sobre las rocas. Llegamos a la parte alta de La Mexona, desde donde hay unas vistas de infarto y se pueden hacer fotos preciosas. Eso sí, hay que tener mucho cuidado con asomarse demasiado, ya que las rocas pueden desprenderse.

En descenso sujetándose a una cuerda

Para acceder al segundo nivel, el más impresionante de todos y antes de la caída final al mar, hay que descender por un camino empinado con ayuda de una cuerda.

Al poco podremos ver una cascada impresionante, con varios hilos de agua que puedes tocar con tus propias manos, gracias a las cuevas que se han formado en la montaña por acción de la erosión. Desde uno de esos privilegiados "balcones", al borde de un acantilado, el paisaje es impresionante. Asturias en estado puro.

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