Alfonso X
El pasado miércoles, 23 de noviembre, sin pena ni gloria, finalizaba el año de celebración de los ocho siglos del nacimiento en la ciudad de Toledo, del rey que 49 años después daría a los de Maliayo carta para fundar puebla, la Pola de Maliayo, nombre que cambiarían por el de Villaviciosa, más sugerente y comercial en el marketing de la época, buscando atraer nuevos vecinos y agrandar mercado. Fue el rey sabio que nos dio fueros para regirnos, muralla para defendernos y libertad para ejercerla, entrando a formar parte de la gran red de pueblos libres por él fundados, y el momento en que la Villa comienza su historia.
La muralla fue caída y desaparecida, la libertad en la era digital está amordazada o manipulada por las llamadas redes sociales, influencers, blogueros y muchas veces incluso por los propios gobiernos, y los fueros actuales ya no domeñan a los magnates en sus disputas políticas y territoriales, y hacen, como aquellos de los que pidieron auxilio y defensa los hombres de la tierra de Maliayo, y de los que enviaron a querellar muchas veces porque recibían muchos males y muchos tuertos de caballeros y de escuderos e de otros homes malfechores, que les robaban y tomaban lo suyo sin su placer.
Señor don Alfonso, si uno pudiera tener el don de los magos y milagreros de vuestra época, daría vida a los músicos y danzantes que duermen el sueño de piedra en los capiteles de Santa María del Conceyu: gaiteros, tamboriteros, panderos y cantantes, y os haría una fiesta de cumplesiglos con la música y canciones que guardasteis en los códices y cantigas; una comida de aquel tiempo de otoño: sopa de pan de escanda tostado con algo de gallina, olla de carne de cerdo con castañas, asado de venado, cazado a hurtadillas en la viesca del abad de Valdedios, farrapes de harina de bellotas, queso con manzanas y nueces, y sidra, mucha sidra, nuevo y aneyo, que os mueva a la danza y al canto; también os regalaría un juego de ajedrez con figuras hechas de colmillo de xabalí y azabache de Les Mariñes, un dibujo de Xuan Pedreyes iluminado por Monchu de aquella Villa y muralla que mandasteis facer , y por más facer os pediría que añadieseis una nota a los fueros que nos disteis, hecha con hermosas letras, que dijera : “E déxese a los de Maliayo vivir y crecer en paz, e non se les robe nin expolie nin el IPLA nin otra cosa, nin se destruya su patrimonio nin la presa de La Alameda, y aquella persona que los follicare con tales cosas, sea desposeída del nombre de la calle con que se le trate de honrar en Oveto, y véase tornado el IPLA a la Villa, e de paso igüada e reparada la Escuela de Capataces Hortofrutícolas, e la presa y el paraje de La Alameda.”. Pero claro, Señor, ¿ quién cree hoy en magos y milagreros?
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