Misa Pastorela

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

Hoy, veinticinco de diciembre, fun fun fun (perdón, todavía está uno afectado por los efluvios de la Nochebuena), vamos  a ir muchos villaviciosinos a cumplir con la tradición de escuchar, oír, sentir decimos en asturiano, nuestra Misa Pastorela, cantada en latín por el coro parroquial.

La parroquial de Santa María (la iglesia “de arriba”, para diferenciarla de la “de abajo” o del Conceyu, antigua parroquia situada en el barrio de La Oliva), se va llenar de emoción un año más,  con los ecos de una música y unos cantos siglo y medio repetidos de generación en generación, que despierta en nosotros una dulce y triste nostalgia al hacernos partícipes de un ritual lleno de recuerdos y voces familiares guardados en nuestro corazón desde la infancia, y nos hace formar parte, como un eslabón más, de esa gran cadena que nos ata a ese conjunto de actos que recibimos de, y con, nuestros mayores, y vamos transmitiendo para, y con,  los que nos siguen.

La Misa Pastorela está tan inserta en nuestra Navidad, que muy poco o nada nos importa quién fue su autor y cuándo y cómo la compuso, es nuestra Pastorela y punto. Pero un justo reconocimiento y agradecimiento debemos a su compositor, el aragonés Pablo Hernández Salces (1834-1910), que según datos extraídos y extractados del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, sus especiales cualidades para conocer e interpretar el lenguaje melódico desde su infancia, hicieron que con catorce años ya fuera nombrado organista de la iglesia de San Gil Abad  de su ciudad natal, Zaragoza. El 1856 ingresa en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, de la mano del reconocido y notorio maestro Hilarión Eslava, del que sería fiel y aventajado discípulo. Sus aptitudes como compositor las compagina con el de organista de la Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha, cargo que obtiene por oposición en 1858 y que ejerció en paralelo con el de la iglesia del Buen Suceso de la capital. Obtuvo el 1861 el primer premio Fin de Carrera del Conservatorio. A lo largo de los 76 años de vida compuso numerosas obras, sus composiciones y métodos de órgano y solfeo obtuvieron importantes premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Dentro de su copiosa literatura sinfónica nuestra, Misa Pastorela (a dos o tres voces con orquesta y/o órgano obligado), fue compuesta en 1867.

Alrededor de la Navidad, en el transcurso de los siglos, se han ido realizando una sucesión de manifestaciones que se hicieron costumbre y luego tradición, para después perder muchas de ellas en nuestra localidad:  aguinaldos y cantos populares o villancicos; representaciones teatrales infantiles (aquellas que hacíamos en  el “catecismo” y del que,  en nuestra infancia, actores y público infantil, salíamos con media libra de turrón de El Gaitero, una bolsa de peladilles y una entrada para ver una de risa o de romanos en el Teatro Riera o en el Imperial);  el carriquín de Belén, precedente de la actual cabalgata, un carro tirado por bueyes que llevaban antorchas encendidas en las astas y, a su paso en la noche de Reyes, iban los vecinos echando trigo, maíz, fabes y otros granos y vituallas que servían para el mantenimiento de la parroquia y ayuda a los más necesitados. .. Tradiciones que se han perdido por diversas causas, pero es cierto que las que están ligadas a la liturgia de la Iglesia, sufren más las sensibilidades o veleidades de los párrocos de poca duración, desconocedores y poco interesados en las tradiciones locales, que cambian o eliminan a su gusto o antojo, sin darse cuenta que ellos se van pero lo pueblos quedan.

Es cierto que llegan y adoptamos costumbres nuevas: la cabalgata – como olvidar aquella en la que Sus Majestades llegaron por la ría y desembarcaron en el Salín antes del desfile en carroza por las calles de la Villa-, la iluminación, etc., y otras se mantienen,  la Pastorela  por ejemplo, o cobran un inusitado impulso, tal que la colocación del  “portalín”, tradición difundida en la Villa por los discípulos de San Francisco de Asís que levantaron el convento de San Juan de Capistrano y las hermanas clarisas desde el de su clausura. “Portalinos” que  no solo  se colocan en las casas con todo el ceremonial que les precede ( ir buscar mofu , piedras, serrín, papel de plata, arreglo y pintado de casas y figurines que sufrieron algún deterioro, adquisición de alguna figura nueva, etc.), también los que se instalan en parroquias e iglesias y los que desde hace unos años se exhiben en edificios públicos, llegando a crear la actual y exitosa Ruta de los Belenes (no entiendo por qué decimos Belén a lo que toda la vida llamamos “portalín”), pero quizás  el  “portalín” y nuesra Misa Pastorela, debieran declararse bienes de interés de la Navidad local para preservarlos de malas tentaciones. 

Y ahora disculpen pero les tengo que dejar,  que voy a llegar tarde. Feliz Navidad.