Les Comadres en la Villa

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

El próximo jueves será xueves de Comadres, o día les Comadres, también en Villaviciosa, y digo también porque siendo una fiesta común a toda España y muchos países americanos -jueves lardero o fiesta de las meriendicas dicen en otras partes-, hay quien cree que solo se celebra en Pola de Siero y, bastante desvirtuada desde hace unos años, en Gijón, pero Tirso de Molina ya habla en el siglo XVII del Jueves de Compadres y Quevedo del Jueves de Comadres . Y sí, también en Villaviciosa celebramos Les Comadres “desde siempre”, al menos desde que se guarda memoria pues no conozco referencia escrita más allá del siglo XX. La tradición oral dice que sí se celebraban, y que incluso se celebraba un jueves de Compadres antes del Jueves de Comadres, pero nadie recuerda cómo era esta ni el por qué,  de ninguna de las dos. La opinión más generalizada es que Les Comadres son una fiesta más de Antroxu que no se celebraba en las aldeas, solo en la Villa.

Todas, sin duda, han tenido el mismo origen, probablemente la Matronalia romana, fiestas en honor de Juno Lucina, diosa  que tenía su templo en el monte Esquilino, al que acudían las madres casadas y con hijos, matronas,  adornadas las cabezas con guirnaldas de flores a realizar ofrendas, danzar y recitar plegarias a Juno como un rito de fertilidad. Posteriormente en las casas, las matronas, que representaban el ideal de la mujer romana, reunidas con sus familias, eran obsequiadas con regalos por sus maridos e hijas, y ellas preparaban un banquete en el que participaban los esclavos y servidumbre de la casa.  Según el poeta Publio Ovidio Nasón,  el origen de esta fiesta está en el rapto de las sabinas, acto en el que los romanos raptan a las mujeres de los sabinos, pueblo vecino de Roma, por el hecho que tras la fundación de la ciudad por Rómulo, en la que no había ninguna mujer, no querían los sabinos que sus hijas se casaran con los romanos y mucho menos compartir las suyas, estos organizan una gran fiesta con banquete y con mucho vino e invitan a los sabinos, cuando estaban trompas perdidos, los romanos, a lo zorro, fueron a sus casas y se llevaron a las sabinas  por fuerza, cosa que les pareció fatal a los sabinos, y estalla una guerra entre los dos pueblos. Hersilia,  que parece fue la que raptó Rómulo e hizo su esposa, reunió a todas las mujeres en el templo de Juno y las convenció que tenían que hacer algo porque, en aquella guerra que se estaban zurrando con solvencia y a lo fato,  ellas eran las más perjudicadas, pues por un lado perdían a sus maridos raptores, con los que parece que estaban muy a gusto, y por el otro a sus padres y hermanos. Así que un día en que los dos pueblos habían quedado para partirse la cara, se interpusieron entre los dos ejércitos y pararon la batalla y la guerra. Y sigue diciendo Ovidio que en honor de aquellos hechos se instauró esta fiesta a Juno, y colorín colorado, parece que vivieron felices y comieron bollos preñaos.

Los ñeños, ñeñes y jóvenes villaviciosinos de los años 40 y 50 del pasado siglo, no teníamos clases por la tarde el día de Les Comadres, y juntos unos y otras, sin compañía de mayores, con la merienda que nos preparaban en casa –la mía siempre era igual, bocadillo de tortilla de chorizo, una naranja y dos onzas de chocolate-, íbamos a comadrar al monte Cubera, donde compartíamos meriendas, juegos, cantos y bailes hasta el atardecer en que volvíamos, ebrios de felicidad, a casa. Alguien quiso ver en aquella forma de comadrar un rito de iniciación, de paso de la infancia a la pubertad y la adolescencia. Las madres con niños pequeños, solían ir de comadres a La Capillina y al Pedregal. Los mayores, después del trabajo, se reunían en grupos de amigos y familias en sus casas, las más de las veces en los chigres, a comadrar los panes rellenos de chorizo, boroñes preñaes o empanadas que las mujeres solían hornear en casa.

 No sé si en la Villa seguirán los rapazos yendo a comadrar al monte Cubera como antaño, deben ser pocos o ninguno, y ni siquiera estoy seguro que les importe.  El asturiano actual parece que piensa, que canta, que cuenta historias, que hace fiestas y mantiene tradiciones, pero creo que perdió identidad, carácter y conocimiento de lo suyo, e imaginación. El no imaginar, sino copiar,  hace que lleguemos al estado cultural tan lamentable que padecemos. Supongo que es la tasa a pagar por vivir en la sociedad de un mundo rico, globalizado, formado y reformado por las redes sociales.

“Pases y non te ven. Ya non van los ñeños púberes al monte a ti consagrau, mudaren los tos altares a otros dioses. De cuantes ufiertes y sacrificos te ficieren nel monte Esquilino a lo llargu los sieglos ¡Oh, Xuno, diosa amiga!, solo queda un bollu preñau”.