En Villaviciosa no tenemos tren. Fue un medio de transporte deseado por la sociedad local y sus representantes municipales desde que se empezaron a colocar las primeras vías y a afuracar los primeros túneles en Asturias. ¿Pero qué hubiera pasado si en 1845 Agustín Fernando de Muñoz y Sánchez, duque de Riánsares y marido de la reina regente María Cristina de Borbón, que tenía minas en la cuenca del Nalón y Siero, y la autorización para abrir una línea de ferrocarril de Sama de Langreo a Villaviciosa- El Puntal, con ramales a Oviedo y Mieres, no hubiese cambiado de idea y llevarla a Gijón?. ¿Cuál hubiera sido su desarrollo y cómo sería la Villa actual?.
-¿Cómo?
La compra y cesión de los derechos de construcción del ferrocarril, por parte del duque de Riánsares al Ayuntamiento de Villaviciosa, con participación en el accionariado de comerciantes e industriales locales, logró que se efectuara la construcción de la línea que saliendo Langreo pasa por Siero a Sariegu y entra en el concejo maliayo por el túnel a Celada, y baja por Valdebárcena, Ternín, Obaya y Amandi para llegar, tras varios pasos a nivel, a la estación de El Riañu, de aquí continúa un ramal al Puntal siguiendo el margen izquierdo de la carretera y tras tres desmontes, una trinchera y dos pequeños túneles en El Llagarón y La Rozada llegaba al puerto y estación de El Puntal. Fue inaugurado en 1851. El ferrocarril y el gran puerto carbonero que llegó a embarcar el 51,6 % del carbón asturiano, fue el gran revulsivo económico para el concejo maliayo, la demanda de mano de obra supuso la llegada de personas de todo el país en busca de trabajo y, como consecuencia, un gran desarrollo de la trama urbana hacia Carda, Cazanes y Amandi, grandes equipamientos públicos, la aparición de nuevos barrios de viviendas obreras, la construcción y mejora de las carreteras a Oviedo, Gijón, Infiesto, Ribadesella y la canalización de la ría hasta el puente Huetes. Además del gran puerto carbonero de El Puntal-Misiegu, se crearon varios atraques a lo largo del recorrido de la ría: muelle de los astilleros, de la Fundición, el de La Cerámica en El Calieru, y los más pequeños de La Espuncia, La gran dársena de El Salín y el embarcadero de Les Gabarres en Huetes.
En 1865, Isabel II, célibe y recatada reina de España, vino a Villaviciosa para amadrinar la botadura del navío que llevaba su nombre construido en los astilleros “Reina María Cristina” de El Puntal, donde, el destino quiso que se cruzara con el del apuesto príncipe de Gales, que se encontraba a bordo del “Britannia I”, que entraba en El Puntal para realizar una reparación. Se conocieron y a pesar de la diferencia de edad, ambos se sintieron atraídos desde el primer momento, el inglés que asistió como invitado de honor a la botadura, correspondió con una cena de gala en el Britannia, Isabel permaneció en Villaviciosa, gozando de la compañía del príncipe Eduardo, seis días, el tiempo que duró la reparación del barco británico.
A principios del siglo XX, Villaviciosa tenía 59.758 habitantes, el matrimonio de Isabel II con el príncipe de Gales, que reinó con el nombre de Eduardo VII, incrementó los lazos comerciales y políticos entre España y Gran Bretaña, y Villaviciosa se convirtió en un gran puerto comercial del Cantábrico. Empresas inglesas, mineras, textiles y del acero, abrieron compañías y consulado en Villaviciosa. Se creó en 1912 la línea ferroviaria que unía Villaviciosa con Gijón por el oeste, y con Colunga y Ribadesella hacia Santander por el este. El relleno de los porreos de la margen derecha conllevó la construcción de tres altos hornos, varios polígonos y el mayor complejo industrial de Asturias. El gran desarrollo social, industrial y comercial a lo largo de todo el siglo consiguió que se edificara la Escuela Politécnica de Ingeniería y el Instituto del Carbón en Samielles, el Hospital Príncipe de Asturias y de Gales en Rozaes, y el Teatro de la Infanta en la plaza del Ecce Homo. Durante las dos guerras mundiales, España, participó con el bando aliado. Durante la segunda contienda, sufrió Villaviciosa, el puerto y la industria metalúrgica varios bombardeos y ataques por mar, pero las tropas españolas mandadas por el joven general y ministro del ejercito Francisco Franco, que formaba parte del gobierno liberal progresista de los años 34 al 46, evitó la entrada del ejército alemán en España, infligiéndoles duros castigos en el sur de Francia y consiguiendo, posteriormente, la liberación de París.
Muchos fueron los cambios efectuados por todo el concejo como consecuencia de la traída del ferrocarril a Villaviciosa, y aunque es cierto que desde los años ochenta del pasado siglo, con la crisis del carbón, la deslocalización y cierre de empresas se perdieron muchos puestos de trabajo, la crisis se multiplicó por mucho tras la salida de Gran Bretaña de la Comunidad Económica Europea y la ruptura de la alianza anglo-española tras la muerte de Lady Di. El ramal Villaviciosa-El Puntal dejó de funcionar, en su lugar se creó una estupenda senda para peatones y bicicletas que hace las delicias de ciclistas y jubilados andarines. La línea de Feve y cercanías, está tan vieja y anticuada como sus vías, y sus máquinas van tan lentas que ya casi nadie se suicida tirándose al tren, que solo causa magulladuras. Para compensar la pérdida económica del concejo se construyó una autovía hacia Francia y Portugal, un museo de la metalurgia y de la industria naval, con aprovechamiento de las ruinas industriales, y últimamente, a pesar del enojo mostrado en todos los medios por el alcalde de la capital, La Universidad de Oviedo trajo a Villaviciosa la Escuela de Minas y el CSIC, el Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), que se instalarán en el remodelado, con presupuestos europeos, Instituto del Carbón. Últimamente, el Ayuntamiento de Villaviciosa se alineó con otros municipios para realizar una colecta y comprar cintas métricas que se enviarán al Ministerio de Transportes y agilizar de esta manera la construcción de los nuevos vagones.
Por otra parte Costas…
-Vale, vale. Todo eso estás inventándolo.
- Hombre, ye una ucronía.
-Pues no me digas más, ya me convenciste, creo que estamos mejor sin ferrocarril. ¿Vamos a tomar algo?.