Un par de agencias de turismo suecas vinieron de viaje de trabajo a Asturias buscando un clima no demasiado cálido y un paisaje siempre agradable por la mezcla de mar y montaña. Asturias tiene buena gastronomía, hay zonas muy poco explotadas y es un destino ideal para gente tranquila que no quiere noches locas, sino poder salir a ver las estrellas sin que un grupo de adolescentes aficionados al botellón o al balconing perturben las horas de descanso. 

En su recorrido por distintos pueblos observaron, sin embargo, que los asturianos tenían extrañas costumbres en lo que a decoración exterior concernía. Así que empezaron a apuntar cosas llamativas más o menos mejorables. Lo primero que les llamó la atención fue que se utilizaran los somieres de los colchones como portillas en muchos prados. Era algo inaudito a la par que poco estético. A continuación, se fijaron en que muchos aparatos eléctricos en desuso, como los bombos de las lavadoras, se pusieran en cualquier campo para que de allí salieran, no bonitos geranios o peonías, sino los hierbajos que la naturaleza caprichosamente decidiera.

Los neumáticos haciendo de parterres fueron la tercera observación en el apartado: “ Extrañas maneras de disfrutar del reciclaje en parajes no urbanos”. Pero cuando vieron un par de potas vacías con una margaritas tiesas se quedaron más que perplejos. ¿Estaban ante un pueblo apañado que utilizaba sus recursos reutilizándolos de la manera más imaginativa posible o se hallaban antes los más grandes chapuceros de toda la Cornisa Cantábrica ?

La respuesta la encontraron cuando vieron que en las cajas transparentes de fruta de las neveras una buena mujer había plantado unas orquídeas que estaban floridas y preciosas gracias al espacio y a la transparencia del material. Algunos pueblos asturianos eran auténticos pioneros en lo que se refería a sostenibilidad.

En una conocida tienda sueca, al año siguiente salió una nueva colección casa-jardín inspirada en las ocurrencias de muchos lugareños que no sabían que hacer con sus trastos viejos y había hasta una taza de baño indicada para plantar hortensias.

La idea del turismo prosperó y además media Europa llenó sus jardines de inauditos y atrevidos sistemas de diseño que habían copiado de los siempre amables y apañados asturianos.

Y colorín colorado.