El verano se acabó, en Villaviciosa lo despidieron las fiestas de Portal, y comenzaron las tareas en colegios e Instituto, también en el Ateneo, que ofrece treinta y seis actividades formativas y un curso que imparte la Universidad de Oviedo titulado: “La Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Una aproximación multidisciplinar para identificar y comprender los objetivos del Desarrollo Sostenible”, así de largo y así de interesante, además de teatro, conciertos, charlas, y no sé cuántas cosas más que se pueden encontrar en la página web de la Sociedad Cultural Ateneo Obrero de Villaviciosa.

Igualmente dio comienzo el curso en el Congreso de los Diputados para los viejos y nuevos representantes elegidos el 23-J, probablemente no exento de bromas a los novatos, que en esta edición primarán, sin duda, las de sobre la utilización de las lenguas en el Parlamento:

-¿Tú eres el novato? Pues estás asignado a la Comisión de la Mayoría Silenciosa, con las nuevas normas tendrás que hacer las intervenciones en el Pleno por señas. Si no sabes,  no hay problema, vas a la señora Armengol y le dices que te dé 25 euros, o un vale, para adquirir el “Método del lenguaje de signos” en El Corte Inglés, y mira que sea el que incluye todas las lenguas oficiales, no vaya a ser que te den solo el de castellano.

Alguno siempre pica. Y la señora Armengol, nueva también en el cargo, por si acaso, buscará en el “Libro de funciones del presidente/a del Congreso de los Diputados”, si lo de los 25 euros va con el sueldo o se soluciona con un vale. Que la cosa está muy fastidiada incluso con el sueldo de un diputado.

Por cierto, en el Ateneo, el Serviciu de Normalización Llingüística de la Comarca la Sidre, imparte un curso básico, nivel Intermedio B2, y otro de perfeccionamiento o Avanzado C1, de asturiano, con certificado de competencia, por si alguno de nuestros diputados está interesado en ello.

Si hacemos caso de la Biblia, esto de la diversidad lingüística comenzó con aquel pifostio de la torre de Babel, proyecto abandonado inconcluso por falta de comprensión y discernimiento, claro que de aquella no había pinganillos ni traductores simultáneos. Hoy  disponemos de todos esos artilugios, pero sigue faltando la comprensión y el discernimiento, por lo que el Congreso de los Diputados no se convertirá en una torre de Babel, pero puede convertirse en la versión dos de “Amanece que no es poco”. 

Desde la transición los gobiernos de los dos grandes grupos políticos han mirado más a sus intereses de partido que a comprender en profundidad la importancia que tienen las lenguas para la convivencia en España. Nuestra autonomía, por ejemplo, es de las de sí pero no, en cambio las de corte nacionalista se han empleado más en imponer el monolingüismo excluyendo el español o castellano, con el indudable perjuicio para sus ciudadanos que verán recortados sus derechos de poder acceder a otra lengua que es también su herencia cultural, derechos que solo se verán protegidos ejerciendo libremente el uso de las dos lenguas oficiales en la vida pública de aquellas comunidades que las tengan.    

Personalmente creo que está bien que se reconozca que los ciudadanos españoles tenemos, y algunos usamos, más de una lengua materna, y bien está que ese plurilingüismo sea vea reconocido en el parlamento de todos los españoles, de esta manera quedará reflejada la realidad lingüística del estado, pero sorprende que solo las cooficiales pueden disponer de pinganillo, traductor simultáneo y lo que haga falta, mientras que las no cooficiales, el diputado tendrá que hacer la traducción al castellano una vez finalizado lo dicho a sus señorías, o sea, en el caso de que hubiera un diputado astur falante, y quisiera, por ejemplo, poner de manifiesto ante sus señorías el problema de la Ría de Villaviciosa en asturiano, da igual lo que diga y cómo lo diga porque posteriormente tendrá que hacerlo en castellano, de tal manera que puede soltarles el discurso de la Apología de Sócrates en asturiano, swahili o chino cantonés, y después leerles en castellano una “Propuesta de soluciones para la Ría de Villaviciosa en el marco –siempre es importante poner un marco a estas propuestas- de la Comunidad Económica Europea”, que suscitará en sus señorías la misma atención y el mismo interés: ninguno.

En todo caso, nada nuevo bajo el sol, en tiempos de Manuel Marín, aquel presidente del Congreso, ya había permitido el uso  moderado de las lenguas distintas al castellano, siempre que se tratara de una breve introducción o una pregunta que seguidamente habrían de ser traducidas oralmente al castellano, pero como aquella permisividad del presidente se la pasaban algunos diputados por el forro, y el hemiciclo llevaba camino de convertirse en una casa de lenocinio, les prohibió seguir jugando al “A que no me entiendes”, como a los rapacinos cuando se portan mal y se les castiga sin juguete.

No es difícil apreciar que las lenguas, que llevan siglos de existencia en este país, en estas últimas décadas no nos han unido ni han mejorado nuestra convivencia, más bien se ha deteriorado mucho, principalmente por la utilización y manipulación sesgada de unos y otros partidos políticos que solo hablan y debaten de ellas en términos sectarios, y las enmierdan o limpian, fijan y dan esplendor, en función de sus intereses. Reconociendo el valor simbólico que tiene mostrar en el Congreso la riqueza lingüística que tenemos en el estado español, esto más parece un tapa ruidos y concesión al independentismo, que un elemento útil en el Parlamento, en el que si no se entienden en la lengua que conocen y hablan en los pasillos y en la cafetería, difícilmente lo van a hacer en otras que como mucho conocen dos o tres docenas de diputados, poniendo además de manifiesto en las normas de uso, que al igual que las comunidades, hay lenguas de primera y de segunda.

A pesar de la sentencia del Tribunal Constitucional, que declara que es constitucional el uso de la lengua asturiana en la Junta General del Principado, sorprende que no pueda serlo también en las Cortes Generales. Esa nueva humillación hacia la lengua asturiana en comparación con las otras lenguas del estado denominadas cooficiales, es consecuencia de lo poco que pesan los diputados asturianos en Madrid, teniendo que realizar su propia traducción, aceptándolo sin rechistar, y exhibiendo de forma pública su escasa calidad, peso, importancia y músculo político.   

Habrá quien piense que esto de utilizar los diputados su otra lengua en vez del castellano, común a todos, es una torpeza, porque se entiende que el orador, al hacerlo, se dirige solamente a los hablantes de esa lengua, pero ¿acaso son nuestros diputados asturianos menos torpes que los catalanes, gallegos y vascos?. ¿Acaso no cobran igual?. ¿O les incluirán en la nómina mensual los 15.000 euros que cobrará el traductor por tener que hacer la traducción ellos mismos?. Mejor sería que les dejaran  y que todos contaran sus torpezas en igualdad de condiciones, si es verdad que, en este país, todos somos iguales.

Quizás solo sea cuestión de que sus señorías lean a William Faulkner y vean la película de “Amanece que no es poco”, para entender mejor el absurdo de algunos de sus comportamientos, y que aquellos salidos del bancal de su partido para ser futuros líderes y ejercer el poder omnímodo, reciban de todos los santos, querubines, potencias y dominaciones, mucho discernimiento y una visión global bastante aproximada, para aplicar el sentido común y los derechos de todos los españoles como iguales, porque, nosotros somos contingentes y ellos son necesarios, pero si hoy tocar el trasero sin consentimiento se puede denunciar por lo penal, lo mismo se podrá hacer, digo yo, con aquellos que lo hacen con el izquierdo y su gemelo.