Opinión
La duda ofende
Como buen argentino Jorge Mario Bergoglio podía haber sido aficionado del River Plate o hincha del Boca Juniors, dos equipos de fútbol que precisamente este domingo 27 de abril se enfrentan entre sí en el Estadio ‘Más Monumental’ del barrio de Belgrano, en la ciudad autónoma de Buenos Aires. Sin embargo no fue así y Jorge Mario (quién sabe si por una posible llamada de Dios), se decantó por otro equipo de la misma ciudad pero con nombre de uno de los santos más conocidos de aquellos primeros tiempos del cristianismo: San Lorenzo. Ya desde muy joven el sacerdote jesuita Bergoglio se convirtió en fiel seguidor del Club Atlético San Lorenzo de Almagro -en el que milita el vasco Iker Muniaín- algo que públicamente siempre manifestó con orgullo incluso cuando ya era el Papa Francisco, el más alto dirigente de la iglesia católica y sucesor de Pedro, aquél pescador de Galilea.
Fue el pasado lunes cuando en torno a las diez y media de la mañana nos llegó la noticia del fallecimiento del Papa sorprendiéndonos a todos pues, apenas veinte horas antes y pese a su delicado estado de salud, había celebrado la Resurrección de Cristo junto a miles de fieles los que impartió la que sería su última Bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la Plaza de San Pedro y sin que nadie presagiase el inminente y fatal desenlace que se produjo al día siguiente.
“La duda ofende” es una frase hecha que hoy me sirve de título pues no hago más que preguntarme si “alguien” nos estará enviando señales para que demos un giro a la marcha, actitud y locura por las que discurre el mundo de nuestros días. No nos engañemos. Somos una sociedad atrevida y agorera en la que existen demasiados ‘bocachanclas’. Una sociedad que tiene algunos dirigentes que mejor sería que no lo fueran y hablo a nivel global… Y también y sin querer faltar al respeto, creo que a veces somos “Más papistas que el Papa” (que también es una frase hecha), pues basta recordar que cuando el Papa Francisco estaba ingresado hace apenas dos meses en el Hospital Agostino Gemelli, ya muchos decían y comentaban que había fallecido pero que se mantenía en silencio.
Jesús de Nazaret murió en la cruz resucitando al tercer día y de alguna manera existe cierta similitud con lo sucedido en la vida del Papa Francisco Berboglio en los últimos tiempos. Si recordamos brevemente, el Santo Padre estuvo hospitalizado casi cuarenta días (como Jesús los vivió la soledad del desierto). Cuando muchos hablaban de su posible muerte… el Pontífice ¡‘volvió’ a la vida! Y del Hospital Gemelli, subido en ese auto llamado “papamóvil”, se dirigió al Vaticano haciendo una parada en la Basílica de Santa María la Mayor, de Roma, en la que pidió ser enterrado cuando le llegase su hora.
¿Qué dijeron entonces los que aseguraban su muerte? Sencillamente nada. Nada de nada porque también nuestra sociedad es cobarde y no acostumbra a pronunciarse reconociendo sus muchos errores y solucionándolo todo haciendo “mutis por el foro” a la espera de que todo se olvide con el paso del tiempo. Les prometo que ni quiero ni trato de que me pongan ninguna medallita pero creo que tuve suerte (o inspiración divina), al titular mi artículo de la pasada semana como “Cambio de ciclo”. ¿Se han parado a pensar que tras el fallecimiento de Francisco es posible que se produzcan cambios relevantes en la llamada Curia Romana? Nuevamente, la duda ofende.
El Papa argentino que fue enterrado ayer sábadoy al que despidieron más de 200.000 personas, ha dejado una huella imborrable en muchos cristianos del mundo. Pondría la mano en el fuego por él pues creo sinceramente que - aunque no visitase España en viaje oficial- caía bien a la inmensa mayoría de las personas. Ha sido un Papa querido por la gente en los doce años de pontificado pero sin llegar al sentimiento y cariño que todos tuvimos por el polaco Karol Wojtyla, Juan Pablo II, que dirigió la iglesia católica durante veintisiete largos años.
Con mucha tristeza despedimos a Francisco que nos ha dejado de manera sencilla dando todo un ejemplo de humildad y a quien muchos ya han empezado a criticar definiéndole como un Papa de “izquierdas” (?), quizás por ser benefactor de los más desfavorecidos… Y me sigo preguntando: ¿Quiénes eran los que se acercaban a escuchar a Jesús? ¿Quiénes acudían a Él? ¿A+ quién se dedicaba principalmente el Maestro? ¿Qué condición económica o status tenían sus apóstoles?
Ya son varios los que me han comentado que existe un ‘núcleo duro’ en la cúpula cardenalicia y en la Curia Romana que ha impedido que el Papa Francisco pudiese llevar a cabo -sacar adelante o concretar- muchas de sus ideas y proyectos. Si eso es así y a la Curia se la define como el conjunto de organismos que “ayudan” al Papa en el gobierno de la Iglesia Católica... difícil lo va a tener quien le suceda en el cargo. En mis años de vida he llegado a conocer (no físicamente), a un total de siete Papas hasta Francisco (Jorge Mario Bergoglio). Si miro hacia atrás recuerdo con especial cariño a Giuseppe Roncalli (Juan XXIII), quizás por la devoción que le tenían mi abuela y mi madre. Un cariño que comparto también como ya he apuntado con Juan Pablo II y Francisco. Mi vida empezó con Pío XII que era pontífice cuando celebré mi primera comunión. A mis trece años, en cuarto de bachillerato, llegaría Pablo VI que siempre me pareció muy serio. La bonhomía la puso Juan Pablo I en apenas 33 días de pontificado.
Con Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), nunca llegué a sentir cercanía. No lo veía como Papa. Me parecía más político que religioso. Como embajador o cónsul de Alemania en Roma. Por ello, cuando presentó su renuncia tras ocho años en el cargo, me sentí aliviado con la llegada de Francisco que desde el primer momento me transmitió alegría, sencillez y hasta una chispa de humor que jamás conocí en el Papa alemán.
La duda ofende. Aún así espero y deseo que acierten, que no se equivoque el colegio cardenalicio en la elección del próximo titular del Vaticano. Aunque no he tenido oportunidad de hablar con mis amigos curas creo que “ser Papa hoy” es un puesto difícil y comprometido tal y como está el mundo. Un puesto reservado sólo para alguien que sea muy valiente y que pese a las tensiones y presiones que seguramente va a sufrir, sea capaz de seguir la senda marcada por el Papa Francisco.
Con ochenta y ocho años nos ha dejado el Santo Padre argentino (primer sudamericano de la historia papal), tras dejar marcada la huella a seguir en apoyo a los más pobres y desfavorecidos del planeta. El mundo necesita un Papa sin pedestal y lo más cercano al pueblo. Alguien que siga adelante con el proyecto de Francisco Bergoglio.
Por último, deseo por el bien de la humanidad y por muy difícil que sea… qué al próximo Papa no le tiemble el pulso para fijar desde el primer momento objetivos fundamentales que siempre sirvan y defiendan la paz y la justicia social.
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