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reportaje

La libertad sexual de las mujeres, un campo a conquistar

“A la cama hay que llegar con todo ya preguntado y si no se tienen claras las respuestas lo mejor es no ir; También hay que saber escuchar por si en un momento se cambia de opinión”, sentencian los sexólogos avilesinos Iván Rotella y Ana Fernández

Los sexólogos Iván Rotella y Ana Fernández. | Ricardo Solís

“La libertad sexual de las mujeres sigue siendo un territorio a conquistar”. Pronuncia estas palabras Iván Rotella, sexólogo avilesino, que argumenta: “Mientras una mujer no pueda decidir si quiere volver a casa sola o acompañada y si quiere volver en el estado que le apetezca y vistiendo como le apetezca, falta mucho por hacer en esta sociedad”. Así que algo, aparentemente, tan fácil de comprender como que nadie puede decidir por otro, y que todas las personas tienen derecho a expresar en cada momento lo que quieren en el terreno del amor y las relaciones, precisa en España de legislación: es el germen de la ley popularmente conocida como “solo sí es sí”.

Pero, ¿de qué se habla cuando se hace alusión a la libertad sexual de la mujer? Responde la también sexóloga Ana Fernández Alonso, directora de los cursos de Sexología de la Universidad de Oviedo y profesora de secundaria: “Lo que llaman libertad sexual se refiere simplemente a la capacidad de tomar nuestras propias decisiones a la hora de tener una relación, ya sea estable o esporádica”. Iván Rotella, que trabaja periódicamente con estudiantes, explica así el término a los escolares: “Si explicas que es el derecho de cualquier mujer a poder querer o amar a quien ella quiera, se entiende fácil. La dificultad es cuando las personas adultas empezamos con los matices del ‘si, pero….’”.

“El deseo de las mujeres puede ser visto como algo que hace peligrar nuestra hombría”, afirma Iván Rotella

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Aclarado el término. ¿En qué punto está ahora la libertad sexual de la mujer y qué retos se plantean? Estamos, señala Fernández Alonso, en un momento en el que han resurgido planteamientos cargados de moralina antigua que parecía que ya estaban superados. “La solución es como siempre la educación, que nos ayude a formar una ciudadanía con mirada crítica, capacidad de reflexión y valores democráticos. Lo deseable es que la Educación Sexual sea una asignatura troncal en todos los centros educativos. Si abordamos todo esto desde la infancia, muchas cuestiones que ahora se tienen que resolver legislando ya se habrían resuelto educando. Saldría mucho más económico incluso, pero hace falta voluntad política”. Y es que entre los jóvenes aún se mantienen esquemas caducos sobre cuál debe ser el rol del hombre y de la mujer en la sociedad, a juicio de los expertos.

Por ejemplo. La libertad sexual de los hombres es bien distinta. “Los hombres podemos decidir qué libertad sexual deseamos tener, y basar esa decisión en cuestiones diferentes solo por el simple hecho de ser hombres. En las aulas todavía ahora, en 2021, está el prestigio social que da ser un golfo y el estigma que supone que te tilden de golfa”, precisa Rotella, que agrega: “El problema que nos supone esa libertad sexual es que a veces nosotros mismos nos la restringimos con tanta presión, debido a esa concepción mayoritaria de entender el placer erótico en base a cuestiones más cuantitativas que cualitativas”. Esto es quién “dura más”, rinde mejor o tiene el falo más grande…

No obstante, los hombres que se saltan esos límites que deberían estar prescritos también son penalizados: “Un hombre sensible, un hombre al que le guste maquillarse, un hombre al que no le guste el fútbol y sí la danza, por ejemplo… La forma de expresar la sexualidad masculina es rígida y encorsetada”, dicen.

Los expertos apuntan que “se justifican todo tipo de situaciones violentas en nombre de un supuesto amor”

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De los esquemas anticuados que citaba la sexóloga Ana Fernández Alonso han quedado mitos que continúan aún en la actualidad entre sábanas y que dañan, sobre manera, a la mujer. Ahí está la “gran estafa” del orgasmo perfecto o los tabús de hablar, por ejemplo, de la masturbación femenina, que tímidamente han sido paliados gracias al famoso succionador de clítoris, que ha dado pie a las mujeres a hablar de sexo sin ser juzgadas. Pero hay más: “Continúan las expectativas de cumplir con un aspecto físico concreto, de complacer aún a pesar de renunciar al propio disfrute, los pudores, el preocuparse por el ‘deber hacer’ en vez de centrarse en el ‘deseo hacer’”, apunta la sexóloga. Añade su colega: “Lo erótico no es un simple intercambio de fluidos, es comunicación, es una manera de transmitir cosas, sensaciones, sentimientos, deseos… Y todo eso debe reflejar a ambas personas, no solo a una de ellas”.

¿Pero el deseo de las mujeres aún es visto como algo diabólico? “Más que diabólico diría peligroso, algo que puede cuestionar nuestra hombría”, pronuncia Rotella. En el estereotipo social el deseo masculino es algo irrefrenable y el de las mujeres parecer ser algo más controlado, más tibio. “Ese es un enorme error: el deseo, poco o mucho, va en las personas, no en los sexos. Hay hombres que cuando se encuentran a una mujer con tanto o más deseo que ellos se asustan y ese susto incluye el afán por la censura social”. Coinciden ambos expertos: “El que una mujer se muestre explícitamente deseante suele intimidar a los varones”.

Romanticismo como “estafa”

¿Tiene culpa el romanticismo en todo esto? El primer error, a juicio de Fernández Alonso, es no saber lo que significa romanticismo. “Se utiliza ese término para referirnos a momentos bonitos, a tener detalles con tu pareja, a situaciones muy idílicas… Cuando lo romántico no tiene nada que ver con eso. El romanticismo, como movimiento cultural, nos hablaba de melancolía, de paisajes sombríos, de muerte, de aparecidos, de sentimientos intensos pero dolorosos… El amor romántico es un amor que sufre. Y ahí está el error. En creer que hay que sufrir por amor. De hecho, si una relación te hace sufrir, lo mejor es poner distancia. Quien bien te quiere te hará reír, disfrutar o divertirte. La cultura popular está llena de trampas que dificultan promover el buen amor y hay mucho que deconstruir al respecto”.

Para Iván Rotella el amor es una excusa e incluso “una estafa”. Se explica: “Nos han vendido tanto conceptos tan equivocados del amor como pueden ser que el amor todo lo puede, no hay amor verdadero sin sufrimiento, el amor verdadero lo aguanta todo y puede con todo, los celos son una muestra de amor… que se acaban justificando todo tipo de situaciones violentas y agresivas en nombre de ese supuesto amor. Y eso no es amor, eso es posesión, control, dependencia”. Poco más que decir.

Ana Fernández: “El consumo de porno no tiene por qué dañar si se consume como lo que es, una ficción”

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La ley del “solo sí es sí” hace alusión al consentimiento expreso. ¿Hay que preguntarlo todo en la cama? “ Los expertos recomiendan llevar los deberes ya hechos. “Para mi hablar de sexo es hablar de sensaciones, sentimientos, deseos, miedos, pudores, gustos, disgustos, fantasías, juegos, en definitiva, es hablar de ti, de todo eso que te configura como persona sexuada, sexual, erótica y amante. Cuanto más tiempo pasemos aprendiendo a conocernos, a valorarnos y a expresarnos más fácil será que al encontrarnos en la intimidad, esa vulnerabilidad sea un valor. Y una vez en la cama, pues se comparte, se ríe, se prueba, se siente y si hace falta, se pregunta. Lo erótico es comunicar, transmitir, sentir y hacer sentir, así que preguntar también puede ser importante ya que nadie nacemos con el aprendizaje innato de darle placer a otra persona, se aprende”, recalca el sexólogo avilesino.

Ana Fernández Alonso certifica sus palabras: “A la cama hay que llegar con todo ya preguntado y si no se tienen claras las respuestas, lo mejor es no ir. También hay que saber escuchar por si en un momento se cambia de opinión”. Porque no es no, independientemente del momento que se pronuncie.

Pornografía

Algo obvio, según Ana Fernández, pero que ha llevado a trabajar en la Ley orgánica de la Libertad Sexual. Los expertos reiteran que “sería más rentable a la larga invertir en Educación Sexual”. Tal vez así, dicen, se dejaría de vivir en una sociedad que a las puertas de 2022 es falocentrista: “Se habla de relación completa cuando hay un pene que se introduce en algún sitio, se habla del sexo cuando se debería hablar de los sexos... En cuestiones de Educación Sexual hay mucha ignorancia y así nos va”. Rotella considera que la igualdad efectiva y real nos haría más fuertes como sociedad, con muchos menos conflictos y dónde el bienestar social sería una realidad compartida y al alcance de todas las personas”.

En cuanto a la Educación Sexual, Rotella también hace un llamamiento a las familias respecto al consumo de pornografía por parte de los más jóvenes, un tema que el experto lleva estudiando ya veinte años. “No podemos tener generaciones y generaciones de niños y adolescentes que crecen viendo el porno como un manual de instrucciones para tener relaciones sin que casi nadie les diga que eso no es la realidad en absoluto. Es un mero negocio y una ficción”.

El porno gratuito que se suele consumir, incide el especialista, ofrece una imagen de la mujer totalmente alejada de cómo son las mujeres, cómo es su deseo y cómo funciona su cuerpo y su placer. “Hay muchas chicas que también ven porno pero ellas no se sienten identificadas en absoluto con lo que ven, mientras que ellos pueden llegar a creerse que las relaciones son así y pasar a ser más agresivos e incluso violentos, pensando que así tienen que ser las cosas, que es como les gusta a todas las mujeres. Y todo esto solo se desmonta desde una buena Educación Sexual, entendida como Educación de los sexos, que les genere un sentido crítico y que permita que no necesiten el porno para aprender”. Fernández es concisa: “El consumo en sí no tiene por qué dañar si se consume como lo que es, una ficción. Porque como tal ficción, tiene muy poco que ver con la realidad”.

Para los expertos la próxima Ley solo sí es sí es necesaria. Pero más aún que se instruya a los chavales lejos de viejas creencias sin sentido que por repetidas se dan por ciertas. “La juventud entiende muy bien que la mujer tiene derecho a poder querer, amar o relacionarse con quién ella quiera, cuando y cómo quiera”, concluyen. La ley no va solo de querer o amar sino de libertad para que una mujer tome sus propias decisiones.

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