España tiene la mejor estadística de feminicidios y mayor sensibilización

Alemania no los distingue de otros asesinatos y en países europeos que registran los casos con menos rigor tienen muchos más asesinatos por millón de habitantes

asesinatos mujeres

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Marián Martínez

Marián Martínez

España cerró 2022 con 49 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Solo diciembre registró 11 asesinatos, convirtiéndolo en el mes con más crímenes machistas desde que hay registros y uno de los peores desde que se empezaron a contabilizar en 2003. Por si esto fuera poco, enero ha comenzado con otros cuatro asesinatos.

¿Es España el país con más feminicidios de Europa? ¿Es el más machista del Viejo Continente? ¿Hay suficientes medios para luchar contra esta lacra social? ¿Cuenta el país con una legislación suficiente para proteger a las víctimas y condenar a los asesinos?

Estas son algunas de las preguntas a las que los expertos tratan de encontrar respuestas, todas de gran complejidad cuando se trata de profundizar y algunas incluso sorprendentes.

La primera dificultad es que en la Unión Europea no existe una definición única de feminicidio, lo que implica que cada país lo valore de manera distinta.

En España, se consideran feminicidios los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, pero no incluye a las que mueren a manos de hombres fuera de ese ámbito. Expertas en violencia machista como Sandra Losada, socióloga y vicedecana del Colegio de Sociólogos y Politólogos de Asturias, defiende que la definición de feminicidio que se aplica "no es correcta", y que se debe ampliar para incluir asesinatos de carácter sexual como los de Diana Quer y Laura Luelmo. Una tesis que apoyan muchas asociaciones feministas.

Pero esa falta de criterio único en la Unión Europea conlleva más problemáticas añadidas, como que al no ser el feminicidio un tipo penal específico, su regulación y valoración también es diferente en cada país, lo que a su vez incide directamente en las estadísticas.

Javier Fernández Teruelo, jurista, decano de la Facultad de Derecho y uno de los mayores expertos en violencia machista del país, asegura que una de las mayores dificultades es tratar de comparar lo que ocurre en España respecto de otros países porque "falta homogeneidad, se tardan en actualizar los datos y en ninguno las estadísticas tienen la exhaustividad que tiene España. Tampoco la conciencia social respecto de estos crímenes. En muchos países no los distinguen ni separan del resto de asesinatos".

Algunas tasas que tratan de ser orientativas sitúan a España entre los países con menos feminicidios del continente. "La criminalidad, en líneas generales, es baja en España. Aunque nos escandaliza que haya al año casi medio centenar de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, en las estadísticas suponen 1 por cada millón de habitantes".

Según las últimas cifras conocidas, en Finlandia las cifras se disparan a 6,1 feminicidios por cada millón de mujeres. Hungría contabilizó 5,3, como Irlanda del Norte. En Alemania, murieron 122 mujeres a manos de sus parejas o exparejas en 2018 (en España ese año se registraron 53). Alemania tiene 83 millones de habitantes; España, 47.

Que en países más avanzados en otros ámbitos haya sin embargo un mayor número de feminicidios que en España (salvando las dificultades estadísticas), es llamativo.

"La sociedad, toda la sociedad, es machista, y el norte de Europa también lo es. Es una cuestión educacional. Incluso las mujeres a veces tenemos comportamientos y expresiones que son machistas y no nos damos cuenta", asegura Sandra Losada.

Blanca Esther Aranda es presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas de Asturias y miembro de la ejecutiva nacional de este colectivo, asegura que "el español es machista pero el del norte de Europa es más violento", lo que relaciona con la confluencia de factores en el que los expertos coinciden.

Fernández Teruelo, que ha analizado en profundidad la violencia machista desde distintos prismas, explica que en los países del norte de Europa no existe la sensibilidad que se nota en España porque la integración laboral de la mujer se inició mucho antes y hay más puestos de responsabilidad con nombre femenino.

Influyen también las relaciones sociales, más abiertas en los países del sur porque también se vive más en la calle. Influyen también las horas de luz y de sol y el modelo de vivienda. "Se consume más alcohol en la vivienda, hay más horas de convivencia... Cada uno de estos factores por sí mismo no explica nada, pero la suma de todos ellos tiene una clara influencia", señala el jurista.

Blanca Esther Aranda es, además de militante feminista, bióloga y explica que "gran parte del comportamiento animal está influido por las horas de día y de noche. Hay estudios que indican la influencia que eso tiene incluso en la toma de medicamentos para determinadas patologías", añade.

El punto de inflexión en España lo marcó el asesinato de Ana Orantes en 1997 a manos de su exmarido 13 días después de contar en una entrevista en televisión el infierno en el que había vivido. La visibilidad de este crimen desató no solo la conciencia social sobre esta lacra, sino cambios en el Código Penal y que se iniciara el registro estadístico de estas víctimas mortales.

¿Se ha avanzado?

Según Fernández Teruelo, sí. "El avance ha sido significativo. La lucha contra la violencia de género está en la agenda social, política y mediática, lo que no ocurre en otros países. A finales de la década de los 90 había más de un centenar de feminicidios en España, y hoy nos escandalizamos con 50. Eso está bien, porque significa que se va a seguir peleando contra esa lacra, aun siendo conscientes de que la tasa de criminalidad cero es imposible", asegura.

Añade que "tenemos un código penal durísimo, porque se legisla a golpe de noticias y de alarma social". Además, se han creado un Ministerio de Igualdad, una Delegación de Gobierno e Institutos de Igualdad, junto con una red de atención psicológica y social para las mujeres víctimas y sus hijos.

¿Es suficiente?

No, no lo es.

El Consejo General del Poder Judicial indicó en su "Informe sobre víctimas mortales de la violencia de género y doméstica en el ámbito de la pareja o expareja" correspondiente a 2020: "El aumento de la concesión de medidas de protección, el perfeccionamiento de las herramientas telemáticas, el incremento porcentual de las sentencias condenatorias o la progresiva concreción de las medidas incluidas en el Pacto de Estado, son factores que necesariamente deben redundar en la perceptible mejora de resultados".

La fiscal de Sala contra la violencia sobre la mujer, Teresa Peramato, tras los últimos asesinatos, ha enviado un escrito a todos los fiscales de esta especialidad en el que les indica que deben solicitar medidas cautelares para reducir el riesgo para las mujeres y sus hijos, "aun cuando las víctimas no las interesen", además de pedir la instalación de dispositivos telemáticos, cuando no se solicite la prisión provisional, en situaciones de riesgo extremo, alto o medio de especial relevancia.

La socióloga Sandra Losada centra el foco también en la educación. "La sociedad sigue castigando más a la mujer que al agresor, salvo cuando se produce una muerte. El maltratador, aunque se sepa, hace su vida normal, entra y sale, se divierte... pero si la mujer sale de casa, el comentario es que ‘no parece que la maltraten mucho’. Es injusto".

El mayor riesgo en este sentido está en la juventud y en las redes sociales. "Se ha extendido un discurso negacionista de la violencia machista que se ha normalizado, y que consiste en decir que no existe la violencia de género y que toda violencia es igual. Y no es igual. La violencia machista es que el hombre usa su superioridad física para acallar y anular a la mujer como persona. Eso es así"

"Falta educación y prevención, y hay que insistir en ello, no se puede bajar la guardia en ningún momento", añade.

Blanca Esther Aranda apoya la reivindicación educativa y remarca la necesidad de que desde las instituciones de la Unión Europea "se asuma y se diseñe un sistema homogéneo que sirva para luchar contra la lacra de la violencia machista, de tal manera que se consiga una conciencia global".

El decano Javier Fernández Teruelo señala que "el miedo al delito va ligado al conocimiento que se tenga de ellos. Cuanto más se conozca, mayor movilización social habrá y más medidas se adoptarán para luchar con él. Es necesario seguir avanzando".

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