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Elena Fernández-Pello

Pura dinamita

Díaz Ayuso hace saltar por los aires el PP

Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso ha dinamitado la política nacional y su propio partido. Se ha llevado por delante a enemigos como Pablo Iglesias y ahora va a por los amigos. No sabe uno, al observarla maniobrar, si a esta mujer la ignorancia y la inconsciencia la hacen osada o si es tan lista que no puede evitar pasarse de frenada. Lo que ha quedado claro es que aquella joven, que aprendió el oficio de Esperanza Aguirre, tenía mucho más fondo del que aparentaba.

Nadie en el PP se imaginaba que una muchacha tan bien dispuesta y servicial, que se ocupaba de los asuntos de comunicación de la presidenta de la Comunidad de Madrid y hasta de las redes sociales de su perro, acabaría convertida en una lideresa ungida por el pueblo al grito de “¡Cañas y libertad!”. A Ayuso, con su discurso populista, emocional y facilón, el malestar y la confusión propiciadas por la emergencia sanitaria de estos últimos años le han venido pero que muy bien. Por alguna razón que habrá que aclarar con más perspectiva, a día de hoy, Ayuso es indestructible. Puede con todo. Lo mismo da que sea temeraria y poco solidaria en la gestión de la pandemia, que se encierre a pasar el confinamiento a todo tren en un hotel o que su hermano haya cobrado una cuantiosa comisión por un contrato con la sanidad madrileña que, por muy legal que sea, no deja de ser cuestionable. Lo que debería debilitarla la hace más fuerte.

Díaz Ayuso Javier Lizón

Una no sabe si es por la habilidad de Ayuso, por la de un asesor como Miguel Ángel Rodríguez, que es todo un maestro de la intriga y la manipulación, o por la torpeza y el nulo carisma de sus opositores, los de fuera y los de dentro del partido.

Desacomplejada, totalmente desinhibida, Isabel Díaz Ayuso se pone el partido por montera y, acorralada, no se anda con chiquitas. Va a por todas, a por el presidente del PP, que es también su principal obstáculo para seguir ascendiendo por una pendiente que por lo que se ve acaba en la Moncloa. Pase lo que pase ahora, sea expulsada o no del partido, la presidenta madrileña es imparable, no tiene freno y tiene el apoyo incondicional de sus votantes.

El serial que el PP está dando estos días, esa trama de corrupción y espionaje tan chapucera, es de lo más entretenido. Lástima que con lo que están jugando sus actores sea con el dinero público y el destino de una comunidad, y en último término con el destino de la nación. El PP tiene una responsabilidad, como cualquier otro partido político, las instituciones no están a su servicio sino al contrario y se le exige ejemplaridad, pero la clase política española tiene tan poca credibilidad y los ciudadanos esperamos tan poco de ella que nos resignamos a sentarnos frente al televisor, encender la radio o hojear los periódicos, como si la cosa no fuera con nosotros, y evadirnos con el triste espectáculo.

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