MUJERES

¿Un buen año?

2022 no ha sido una excepción, mucho por hacer en favor de la igualdad y la justicia y alarmante repunte de la violencia de género

Una mujer alza una pancarta en la manifestación feminista del 8M en Valencia.

Una mujer alza una pancarta en la manifestación feminista del 8M en Valencia. / Manuel Bruque

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

No acaba bien el año. No puede hacerlo con cerca de 50 mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas o exparejas; 46 según la última actualización del registro del Ministerio de Igualdad, al que, desgraciadamente, no paran de sumarse nuevas muertes: una anciana de 88 años, una chiquilla de 20. Decae la pandemia del covid y repunta la de la violencia machista.

No acaba bien un año en el que se cierran las puertas de las aulas para las mujeres afganas, recluidas en sus casas y condenadas a la ignorancia y la invisibilidad.

No acaba del todo bien el año con el revuelo legislativo y social que arrastra la ley del "solo sí es sí", la del consentimiento, tan loable en el fondo como caótica está resultando en su aplicación. Ni con las feministas enfrentadas por la ley trans y sin un pacto de Estado para poner remedio a la trata de seres humanos y la prostitución. No puede acabar bien un año en el que la salud de las mujeres, sobre todo su salud mental, ha ido a peor, y lo que se andará.

No ha acabado bien el año para las mujeres, ni para los hombres, seamos justos en esto. Si no les va bien a unas tampoco les va bien a los otros, y al revés lo mismo.

No acabará bien mientras en Irán las mujeres y los hombres tengan que exponer sus vidas para defender unas libertades muy básicas. Admirable su valentía, pero mejor sería no tener que ser un héroe para sostener cada amanecer.

No acaba bien para las mujeres ucranianas, que huyen de la guerra con sus hijos y tienen que sortear por el camino, además del desamparo y la miseria, las redes de trata y la violencia sexual.

En definitiva, no puede acabar bien un año, ni empezar bien el que está llamando a la puerta, cuando las estadísticas de los organismos internacionales siguen arrojando datos como estos: la cuarta parte de las mujeres, en todo el mundo, ha sufrido algún episodio de violencia de género; dos tercios de las personas analfabetas son mujeres; que el hambre se ceba con ellas y con sus hijos; que las mujeres siguen siendo mayoritariamente las que sostienen a las familias asumiendo una doble jornada laboral, en la empresa y en el hogar; que la desigualdad salarial entre hombres y mujeres se mantiene por encima del 20 por ciento.

Que no, que no ha sido un buen año y que tendrán que pasar muchos más hasta que llegue uno que lo sea, y que es muy triste que este 2022 no ha sido mejor que los anteriores, que no sea una excepción, que esto viene de lejos y que parece que todavía queda lejos el que podamos hablar de un buen año, para la humanidad.

Que hay mucho trabajo por hacer y mucho sufrimiento al que sobreponerse. Que hay mucho que aprender y que nuestra paciencia se va a poner a prueba incesantemente hasta que podamos decir, de una vez por todas y de verdad, paz en la tierra a los hombres y mujeres de buena voluntad.

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