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Arquitectura personal | JOSÉ ANTONIO LOBATO | Actor (y 2)

"El dinero de la televisión me permite seguir siendo un funambulista en equilibrio precario"

"Los políticos deben dejarse de electoralismo y fuegos artificiales; cuando el funcionario dice que no hay dinero para cultura yo pregunto: '¿Y qué haces tú aquí?'"

José Antonio Lobato, en el Campo San Francisco de Oviedo. LUISMA MURIAS

José Antonio Lobato (Soto de Rey, Ribera de Arriba, 1956) descubrió el teatro haciendo teatro cuando entró en el grupo "Gris" de la OJE para tener una pandilla y no pasar frío. Es el único miembro original del grupo "Margen", tan destacado desde los años de la Transición como propuesta teatral y como colectivo con vocación profesional y nacional e internacional desde Asturias. Acaba de estrenar el musical "Vuelva mañana", una comedia para adultos de Gloria Fuertes y ha destacado su interpretación de un héroe de las guerras carlistas en dos episodios de la serie televisiva "El Ministerio del Tiempo".

Vive en Oviedo, está casado y tiene una hija de 21 años.

-¿Cómo era usted cuando el grupo "La Carreta"?

-Vivía en casa con mis padres, trabajaba hasta las siete de la tarde y me iba directamente a ensayar a un primer piso de la calle Martínez Vigil, donde tenía su estudio Santiago Martínez, un pintor con mucha técnica que luego marchó para Ibiza. Pagábamos la renta a medias. Teníamos de vecino a un policía nacional, un "gris", que nos amenazaba de muerte por dar voces cuando ensayábamos.

-En "La Carreta" estaba Arturo Castro.

-Se incorporó cuando volvió de estudiar en Madrid. Había sido del grupo de teatro de la OJE y compañero de estudios de Ceferino Cancio en Oxford, es decir, en el colegio San Isidoro. El Hispania era Cambridge.

-¿Qué hizo "La Carreta"?

-Hicimos "Los cazadores", de Paco Ignacio Taibo I, quien en uno de sus viajes desde México fue a vernos un ensayo y se comportó de manera encantadora y aprobó nuestra adaptación.

-¿Cómo se fundó el grupo "Margen"?

-"Margen" se basa en la disolución de nuestro grupo, "La Carreta"; de "Caterva", el de Etelvino Vázquez, y de "Tragos", donde estaba Miguel Ángel Granda. En el núcleo duro estaban también Monchi Pérez y Margarita Rodríguez. Empezamos como "Colectivo de Teatro Margen" con espectáculos de creación colectiva. Nuestro primer montaje fue "Y los cíclopes salieron de las entrañas de la tierra para asaltar el cielo", sobre la Revolución de Octubre de 1934.

-¿Qué querían hacer con "Margen" que no hubieran hecho en otros grupos?

-Vivir profesionalmente de la actuación, desde Asturias hacia el mundo, sin huir a Madrid. Lo logramos sin circuito ni salas.

-¿Cómo?

-En un barrio de Oviedo actuamos en una cuadra en cuya limpieza participamos. En Tineo no nos cabía el montaje, nos fuimos a una obra parada y ampliamos escenario con tablones. Al acabar, desmontamos y devolvimos la madera. Los inicios fueron duros pero trabajábamos más que ahora y por todo el Estado. En 1978 hicimos 150 funciones; en Asturias, tres o cuatro. Mi vida estable era la inestabilidad.

-"De vita beata" fue su segundo espectáculo.

-Dedicado a la muy noble, muy leal, benemérita, invicta, heroica y buena ciudad de Oviedo. Recorrimos toda España con una obra sobre Oviedo y hecha al estilo de la "commedia dell'arte", muy dinámica. En Italia nos pusieron por las nubes como muestra de que desde lo local se muestra lo universal. Aquí, un crítico sesudo nos descalificó por "localistas". El tercer montaje fue una obra de autor, de Valle-Inclán ("Las galas del difunto"), y funcionó muy bien por doquier.

-"Margen" era un corral con gallos muy distintos.

-El teatro tiene mucho de comunión de egos, pero también es un trabajo en equipo, en el que cada uno aporta, a veces más de lo que tiene, todo dirigido al beneficio del resultado final.

-¿Cómo vivían entonces?

-Cada uno era hijo de su madre y de su padre. Nos unía nuestro amor e implicación por el teatro. No necesitábamos vernos todos los días. Acabados los ensayos, los caseros se metían en casina, como Etelvino, que vivía de, por y para el teatro. Los primeros ocho años de "Margen" los pasamos en su casa, ensayando y arreglando lo que había sido un almacén infecto. Monchi era un carpintero fino y el suelo lo pusimos Arturo, él y yo. Entre los demás había de todo, no éramos precisamente monjes tibetanos.

-¿Y las relaciones?

-Cordiales. Había roces de convivencia porque pasábamos más tiempo entre nosotros que con nuestras mujeres.

-Hasta la disgregación.

-Marchó Etelvino en 1985. Miguel se fue a Madrid. Margarita se fue y quedamos Monchi, Cancio, Arturo y yo tras aquella ruptura nada traumática.

-¿Sí?

-Sí. Telvi tenía muy claro qué teatro quería hacer. Nosotros queríamos tocar muchos palos. Mira, fuimos los primeros en hacer teatro de calle después de ver a "Els Comediants" en Zamora. En Portugal lo introdujimos nosotros y dimos cursos.

-¿Dónde se instalaron?

-En el almacén de Autos Pelayo, 200 metros cuadrados y 4 de altura en San Lázaro, con cuatro dedos de grasa que ablandamos con sosa cáustica y de rodillitas con espatulitas. Ahí seguimos.

-¿Cómo cambió hacer teatro?

-Cuando ganó el PSOE quiso normalizar el teatro, que se organizara como empresa y hubiera subvenciones. Crearon el Centro Dramático Nacional y las redes de teatro. Entramos todos al redil de la oficialidad que crea clientelismo y una casta. O entras en la red o quedas fuera, con todas las consecuencias.

-Rehabilitaron y municipalizaron teatros.

-Se hacen barbaridades con las rehabilitaciones, pero es bueno porque antes no había lugares dignos. Hoy vas a casas de cultura y no entra el montaje.

-¿Cómo es ahora el teatro?

-Muy triste. Los ayuntamientos, nuestros clientes fundamentales, confunden cultura popular con gratuita. Dado el nivel cultural existente, si regalas algo la gente no lo valora. La gente abría la puerta, miraba y cerraba mientras actuábamos o dejaba a los chiquillos en una obra del Siglo de Oro para ir a hacer otra cosa. Pedíamos cobrar entrada simbólica y cerrar al comienzo de la obra. Cambiar eso es difícil, pero hay que hacerlo.

-Ya hay equipamientos.

-Sí, pero la peña incalificable que nos gobierna sube el IVA al 21% para vengarse de las moscas cojoneras. También dan la excusa: "Es que no hay dinero". Si no hay dinero ni programación, ¿qué pintas aquí?, le digo al funcionario. Es cansino. De "Margen" quedo yo, con la ayuda de Marisa y Alfonso.

-¿Qué fue de los demás?

-Arturo está retirado por un desgraciado accidente. Cancio y Monchi murieron hace años y también Margarita, los tres de cáncer. Miguel Ángel Granda murió de infarto, creo, en Madrid. Etelvino tiene su compañía, "Teatro del Norte".

-¿Apetece hacer cosas nuevas?

-Estrenamos el 13 de marzo una comedia musical de Gloria Fuertes, para adultos: "Vuelva mañana". La próxima representación es en julio. No sé lo que duraremos. No te dejan un teatro municipal aunque esté cerrado. Dicen que van a rehabilitar el teatro de Pumarín, que no se usa ni se usó. Lo usamos nosotros algún día. En la Fábrica del Gas, ¿qué van a hacer?, ¿un espacio como el teatro de Pumarín? Basta de electoralismo y fuegos artificiales.

-La serie "El Ministerio del Tiempo" le salva una temporada?

-Está bien pagado, no me quejo, pero seguiré siendo un funambulista en equilibrio precario.

-¿Cómo siente que le ha tratado la vida hasta ahora?

-Soy positivo, aunque me cabree. Lo bueno ha ganado por goleada. He conocido gente maravillosa y mucho mundo e hice amistades profundas, con el dolor que trae que se mueran.

-En los setenta y ochenta siendo actor, ¿ligaba?

-Tuve novietas, no muchas y luego conocí a Gladis, con la que me casé hace 34 años, cuatro menos que "Margen". Tenemos una hija, Elisa, de 21 años. Tardamos en decidirnos. No estaba convencido de si era bueno traer un hijo al mundo, pero cuando llegó cambió mi manera de pensar.

-¿Fue un padre presente?

-Menos que si hubiera sido funcionario o tenido horario estable.

-¿Qué le gustaría del teatro para este momento?

-Volver a la actitud de lucha. Crear un buen espectáculo, obtener satisfacción personal, dar caña a los que nos están arruinando la vida y tener claro que hay enemigo y dónde está.

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