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Los argayos de la Autovía Minera en Siero se agravan y amenazan con cortar la vía

El Principado amplía de urgencia las obras en el túnel de Picaplana y en el viaducto de La Riega, ante el serio riesgo de desprendimientos

El corte parcial del túnel de Picaplana.

Los deslizamientos del terreno en el emboquille del túnel de Picaplana (Siero) de la Autovía Minera van a más y amenazan con provocar nuevos cortes en la vía que cruza la región de Gijón a Mieres si no se actúa sobre ellos "lo antes posible". Esta es la advertencia lanzada por el Servicio de Conservación y Explotación de la Consejería de Infraestructuras para ampliar con carácter de "urgencia" la zona afectada por las obras de estabilización que ya están en marcha en éste y otros dos puntos de la autovía AS-I en los que también se han registrado argayos y deslizamientos en los últimos tiempos. Es el caso del viaducto de La Riega, cerca del enlace de Bendición, con deformaciones y un ligero desplazamiento en el tablero. El presupuesto total de las actuaciones ya autorizadas ronda el medio millón de euros.

El de Picaplana, en la parroquia de Anes, es uno más del reguero de graves argayos y desprendimientos de tierras y rocas que se han registrado en la Autovía Minera desde que fuera puesta en servicio hace trece años. El más importante de todos estos incidentes acaeció en noviembre de 2008, cuando un enorme deslizamiento del terreno en una embocadura del túnel de La Zoreda, entre Siero y Langreo, mantuvo parcialmente inutilizado el tubo en sentido a Gijón durante casi un año. Arreglar este argayo supuso una inversión de 1,6 millones de euros. Antes, y muy poco después de la inauguración de la autovía, un temporal de lluvias provocó un importante hundimiento de la calzada en las inmediaciones de Mieres. En 2004, otro corrimiento del firme conllevó el corte de un carril en un tramo de 700 metros ubicado entre Langreo y Mieres. Más recientemente, el deslizamiento de un talud en el túnel de San Tirso, en la misma zona, obligó a realizar una serie de obras que se prolongaron durante cinco meses.

Los problemas en el túnel de Picaplana no son nuevos. Un primer corrimiento de tierra mantuvo cerrado al tráfico un carril del tubo en sentido Gijón-Mieres durante nueve meses en los años 2006 y 2007. Además, la desestabilización del talud de la boca Norte condujo a otro cierre en un tubo del túnel en 2010, afectando, en este caso, a la circulación hacia Gijón.

En 2014, ante la persistencia de las inestabilidades en el talud de Picaplana, la Consejería de Infraestructuras redactó un proyecto para resolver los problemas detectados tanto en la embocadura de este túnel, como en el viaducto de La Riega y en otro punto inestable de las inmediaciones de Bendición. Una vez iniciadas las obras, los técnicos comprobaron que el deslizamiento en Picaplana se había agravado desde que se planteó la actuación y que podría evolucionar "de manera significativa y provocar nuevos desprendimientos" en el caso de que "se produzcan lluvias intensas o cambios bruscos de temperatura" antes de que se actúe, según advierten los responsables del área de Conservación y Explotación del departamento que dirige Belén Fernández.

Estos mismos técnicos subrayan que ampliar el área de actuación para controlar eficazmente el deslizamiento que amenaza la Autovía Minera es fundamental para acabar con "una situación peligrosa y compleja". Y es que, según apuntan, la intensidad media diaria de tráfico en esta vía llega a los 24.180 vehículos, con un 8,34% de pesados.

Además de los recurrentes problemas de deslizamientos y argayos, con las consiguientes incidencias en el tráfico, un informe interno de la Administración autonómica realizado en 2013 y denominado "Mantenimiento y conservación de carreteras del Principado" alerta de que ya en aquel entonces el estado del firme de la Autovía Minera no pasaba de "regular".

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