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El comportamiento de la demografía en la región

La evolución de la población asturiana ya empeora la previsión elaborada en 2013

El recuento rebaja los nacimientos y eleva las muertes que predijeron los modelos, que calculaban 5.000 habitantes más

La evolución de la población asturiana ya empeora la previsión elaborada en 2013

Asturias pierde incluso contra sí misma. Ya pierde población hasta cuando se compara con las expectativas que los escenarios demográficos pesimistas pintaban para ella hace solamente dos años. La proyección que el Instituto Nacional de Estadística (INE) elaboró en 2013 asignaba a la Asturias de 2015 más nacimientos, menos defunciones y menos pérdida por migraciones de las que la realidad ha terminado por certificar ya con los datos del censo en la mano. La diferencia global entre el escenario proyectado y el real, si se toma como base el 1 de enero de 2015, son cerca de 5.000 habitantes menos, la distancia que media entre los 1.054.759 que el Principado tendría a 1 de enero de este año si se hubiese cumplido la traslación matemática del INE y los 1.049.875 del recuento real a esa fecha divulgado por la misma institución.

La diferencia, el equivalente aproximado a la población total de Cudillero, ofrece un argumento más para calibrar la gravedad de las afecciones de la demografía asturiana, toda vez que las proyecciones del INE proporcionan una simulación estadística de lo que ocurriría si se mantuviesen las tendencias que se han detectado en cada territorio en el momento de su elaboración y que en el caso de Asturias no eran en 2013 ni mucho menos halagüeñas. La penuria asturiana ha desbordado en sólo dos años las previsiones, señal de que algo va sostenidamente a peor en el panorama demográfico de una región para la que en 2013 se vaticinaban 7.059 nacimientos en 2015 -en realidad hubo 6.457- y 12.959 defunciones donde la cuenta de verdad han terminado siendo 13.546.

Asturias empeora los modelos en todos los parámetros que sostienen su población, así que también los pronósticos son más benignos que el recuento real en lo tocante a las migraciones. El modelo matemático de 2013 predijo, por ejemplo, que el efecto de los intercambios de población con el resto de España el año pasado daría como resultado una resta de 111 habitantes; la realidad añadió unos cuantos más y dejó la cuenta en 1.001. Adelantó también la posibilidad de que la resta por motivos vegetativos -la diferencia entre los nacidos y los muertos- le quitase al Principado 5.900 residentes; el descenso real del censo sumó 7.089.

Estas fórmulas de predicción estadística se limitan a prolongar hacia el futuro los comportamientos de la población en un momento dado, sin tener en cuenta los posibles cambios en el escenario económico y sus eventuales repercusiones demográficas. Tienen pues una capacidad predictiva muy relativa, pero sirven para calibrar muy aproximadamente hacia dónde irá la población si nada cambia ni nadie interviene para alterar las tendencias.

Esto, no obstante, no es de ahora. Asturias vive acostumbrada a empeorar las peores expectativas en lo que a volumen y estructura de su población se refiere: un informe elaborado en 1999 por los economistas de la Universidad de Oviedo Susana López Ares e Isidro Sánchez dibujaba para las primeras décadas de este siglo un escenario de población declinante y envejecida que también ha sido sobradamente desbordado por la realidad. De vuelta a las predicciones de 2013, recién desbaratadas por los datos de 2015, proponían escenarios a más largo plazo y vaticinaban que la región regresaría al millón casi justo de habitantes en 2023, algo que no sucede en el censo asturiano desde los años sesenta del siglo pasado.

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