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LLUIS XABEL ÁLVAREZ | Filósofo, escritor y profesor de Estética en la Universidad de Oviedo

"El Islam tiene que hacerse moderno, debemos confiar en su línea moderada"

"Cuanta más libertad de expresión, más canales para el cinismo, que no es malo que exista siempre que se identifique, se juzgue o se denuncie"

Entrevista a Lluis Xabel Álvarez

Entrevista a Lluis Xabel Álvarez

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Entrevista a Lluis Xabel Álvarez Andrés ILLESCAS

Lluis Xabel Álvarez (Sama de Langreo, 1948) es filósofo, escritor y profesor de la Universidad de Oviedo. A pesar de acercarse ya a los 70 años, sigue con fuerzas para tratar de satisfacer sus curiosidades, su vocación. El sendero le ha dirigido hacia la estética, no en vano sus profesores le llamaban "El artista". Ha sido esta materia la que ha impartido durante sus 45 años en la institución académica.

- ¿Qué tiene que ver la de filósofo con el concepto tradicional de profesión?

-Como sabe hay filósofos que dijeron que todos los ciudadanos tienen que ser filósofos. Ésta es la idea, una cosa es dedicarse a la historia de las ideas de la filosofía y otra tener una actitud, que debe ser común a todos. La filosofía y ser filósofo tiene un carácter necesariamente ejemplar para los demás.

- ¿Cómo comenzó?

-En aquella época, era muy importante si en tu casa disponías de libros. En la mía había, mi padre, como médico, tenía una biblioteca y eso le da a uno un cierto orden para el futuro. Luego está el tema de la religión, que debe ser racionalizada. Sin perjuicio del fervor religioso. Y en ese sentido, hay que hacer un ajuste entre la tradición religiosa y la tradición racionalista ilustrada, eso te lleva ahí.

- ¿Y esa vocación por la estética?

-El arte está muy presente, tengo una vocación por él. Fui un perpetuo aficionado, y maestros míos dominicos, todavía me entero ahora de que me llamaban "El artista". Eso era señal inequívoca de que yo podía orientarme hacia el mundo de la escritura y de la teoría.

- ¿Cómo ha sido la evolución de la Universidad estos años?

-Al principio, las clases las impartíamos en el Edificio Histórico. Al poco de llegar ya pude escribir un libro que se llamaba 'La universidad de Asturias", es de 1978 y ha tenido una aventura variada. Yo allí introduje temas que me parecían necesarios para observar la vida universitaria. Siempre había tensiones en el posfranquismo relativas a la ubicación de cada individuo, profesor y alumno. Era molesto, porque el abordaje teórico de las humanidades se debe sobreponer a las circunstancias políticas. Ahora se está mejor, las relaciones profesores alumno son más alegres y amistosas. El modelo "College" es mejor que el viejo de la gente que venía a los pasillos de la Universidad a ver qué lío podía armar, y no quiero que esto se entienda como una posición conservadora, sino como una observación de lo que ha mejorado respecto al pasado.

- ¿Qué le aportan los alumnos y qué les aporta usted a ellos?

-Yo, igual que otros, suelo decir que en realidad aprendo de los alumnos. Es cierto que ellos también aprenden de mí, como de todos los profesores. Pero yo aprendo de la personalidad de los alumnos en cada una de las generaciones que van pasando. La atención a las características de cada persona es una labor profesoral y filosófica, y la relación más directa con los alumnos también es muy gratificante. Yo, por ejemplo, tengo un proyecto ahora basado en las anotaciones que tomé en mis libretas sobre las respuestas que los alumnos dieron a un determinado examen de estética. Ahora desearía hacer un artículo utilizándolas, y que se vea cómo las cosas que ellos contestaron en ese examen a mí me enseñaron cosas. Ellos no saben exactamente el alcance de lo que dijeron, pero yo sí lo veo, y me parece una obra conjunta que los representa a ellos como alumnos y a mí como profesor.

- Después de 45 años, ¿qué espera del futuro?

-Seguir, más allá de estar en una posición funcionarial u otra. Uno debe cumplir los objetivos de su vocación. Así que algo se hará. Retirarme a casa y no hacer más no es lo que yo considero más adecuado para mí. Hay que cumplir la vocación de uno en cualquier circunstancia y así procuraré hacerlo.

- ¿Cómo hemos llegado a esta sociedad posmoderna extremadamente relativista, marcada por la posverdad?

-El tema del relativismo es constante, pero sus puntos de referencia cambian. Si no hay opresión en la sociedad, un relativismo relativo, como dicen los filósofos, es necesario. Lo que veo es que ahora la gente dice de sí misma "me tengo que definir, tengo que tomar mi identidad frente a los demás", y es verdad que eso ha ocurrido siempre, pero en estos momentos esa definición se efectúa frente los medios tecnológicos de ahora. En las nuevas generaciones veo la necesidad de tomar una imagen, un look, como se dice en el contexto de la moda y del marketing. La gente está muy urgida por ese aspecto, y no es necesario tanto. Por otro lado, si no hay opresión, uno tiene que plantearse lo que está mal o bien para él mismo. Eso le lleva a uno a una reconstrucción de la moral y la estética que ve a su alrededor.

- ¿Dónde queda ahí la posverdad?

-Si la asociamos al cinismo, cuanta más libertad de expresión, más canales para expresarlo. En los regímenes autoritarios no hay cinismo, sino hipocresía y dolor. Que haya cinismo está bien, siempre que cada uno de nosotros lo juzgue o lo denuncie. Esa parte de denuncia del cinismo de los demás es en un alto porcentaje la labor del periodismo.

- ¿Dónde encuentra encaje el yihadismo en el mundo actual?

-Debemos hablar del Islam. Ha estado ocupado en sí mismo mientras el equilibrio mundial se centraba en la lucha entre capitalismo y comunismo. Cuando eso desaparece, surgen las pretensiones del Islam. En gran parte, la violencia física que produce el terrorismo es una imitación de ciertos caminos que ha tomado la sociedad occidental. Recordemos que a principios del siglo XX hubo una gran ola de terrorismo anarquista, que fue más intensa que la de hoy. El Islam tiene que hacerse moderno, asumir su fuerte ilustración, y por eso debemos confiar en su línea moderada. En sus mezquitas, en sus universidades, en su sociedad en general. No sé si lo que ocurre es que la gente tiene terror del yihadismo o simplemente tiene que ver con que es una amenaza que ahora nos toca de cerca.

- ¿Qué supondría que se eliminara la Filosofía de la educación obligatoria?

-De eso se ha hablado muchas veces en los cambios de gobierno del antiguo bipartidismo mayoritario. Ya hubo que acudir en comisiones de profesionales al Ministerio para evitarlo. Las Humanidades, las Artes en el Bachillerato, la promoción de la Música y de la Plástica? Eso debe recuperarse, y, sin duda, se recuperará, ya sea en un próximo gobierno o en un pacto que se alcance en torno a la educación.

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