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"Me gustan Puerto de Vega y sus paisanos y me veo allí siempre con papeles, libros y Bach"

- ¿Abrió América con tres conciertos?

-No. Ángel había escrito una carta a una Universidad de Bloomington (Indiana) donde el doctor Roca Pons tenía la primera cátedra en catalán. No contestó. "Estos catalanes", decía Ángel. Un día antes de volver llamó Roca Pons diciendo que sería un honor que fuera a Indiana y luego a un congreso en la Universidad de Yale. Conocí profesores de todas las universidades e hice más de ochenta conciertos. En quince años di entre ciento cincuenta y doscientos conciertos durante un trimestre. Canté en Canadá, en el Carnegie Hall y en el Auditorio de Naciones Unidas, donde sólo tocaron dos catalanes, Pau Casals y yo. Grabé dos discos en Estados Unidos.

-¿Cómo repercutió eso en Cataluña?

-Decían ¿cómo lo hace este pájaro, sin apoyo institucional? Yo respondía: "Porque tengo un amigo que se llama Ángel González".

- ¿Cuándo vino a Asturias por primera vez?

-Me trajo David Ruiz, discípulo de Tuñón de Lara, que vivía en Pau (Francia), para dar un concierto en Sama. Llegué a Oviedo una tarde triste de domingo invernal y me sorprendieron las cafeterías estupendas y su ambiente. Estuve en las tertulias de Juan Benito, de Nebot, conocí a Juan Cueto. Me sentí a gusto.

- Volvió veces sonadas.

-Vine a un Día de Asturias que me pagaron una burrada y al concierto de El Molinón en honor a Rafael Alberti. Conduje día y medio para cantar una canción. Tini Areces me contrató para cantar en un ring del Palacio de los Deportes.

- ¿Cómo llegó a Puerto de Vega?

-Tenía un molino en Carballido (Lugo) con tierra y bosque que compré, en ruina, a un cartero. Lo restauré y lo disfruté mucho, pero pensando que iba a ser más difícil conforme iba para mayor. Lo pusimos en venta, sin esperanza, con un escocés que vive allí de vender casas singulares por internet. Cinco años después me habló de que le interesaba a Vladimir, un ruso de San Petersburgo y del Opus Dei que vino, lo compró sin regatear y me dice que encontró el paraíso en la Tierra y que sigo teniendo una habitación.

- ¿Y Puerto de Vega?

-Veníamos a ver a unos amigos de Villapedre. A mi mujer le gustaba mucho la zona. Nos prestaron un pisito y vimos un ático al mar que nos encantó y lo compramos. Ha sido la salvación. Siempre he tenido suerte.

- ¿Cree eso?

-Sí. La mayor fue conocer a mi mujer. Encontré el sitio. Estaba cansado de una larga gira, tuve un ictus por el estrés y quería descansar. Aquí ha salido mi disco de los "Cants i encants" de Josep Piera, sin prisa y con dificultades porque lo grabé, lo tiré abajo y un año después lo volví a grabar exactamente como quise. Me gustan la zona y los paisanos. Me veo en Puerto de Vega con la lectura y con Bach. No me siento incomunicado.

- ¿Y Cataluña?

-En Barcelona no puedo vivir. Me han robado la ciudad que conocí, viví y amé, que era abierta, no esta miseria. Voy al cardiólogo por la mañana y me voy cagando leches por la tarde. En Tárrega me quedan un hermano y sus hijos, a los que quiero mucho, pero me cuesta por toda la tristeza de la muerte de mi madre y lo que vino después.

- ¿Y el procés?

-Los acontecimientos de Cataluña me entristecen. Es terrible. La canción es un arma y he cantado toda la vida en catalán, para reivindicar la lengua de mi madre y porque es donde puedo ser más coherente y honesto con el público. En su momento era un enfrentamiento, pero toda mi vida he cantado para establecer puentes, no para distanciar. No concibo una Cataluña sin España. Esto es una salvajada, un delirio. Con todo lo que ha costado y vamos a volver a los años setenta.

- ¿Cómo cree que le ha tratado la vida hasta ahora?

-Estupendamente. Manuel Vázquez Montalbán dijo que me admiraba porque elegí mi carrera contra viento y marea y la llevé adelante con dignidad. Estoy vivo en 2017 y en 52 años de carrera he recorrido el mundo en los escenarios más importantes y los más desamparados. Extraño a los amigos que ya no están, aunque su recuerdo me da vida. Oviedo no es lo mismo sin Juan Benito, sin Ángel, sin Nebot, escuchando la "Añada" de Jerónimo Granda, que la canto como Dios, casi tan bien como él.

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