-Ya, Alcalde, pero no hay más guapo que ser querido por tu pueblo.

-Sí, sí. Yo me siento querido y respetado. En Luanco y en la aldea. Me conocen desde hace años y saben que trabajo para mejorar las cosas. Pero no nos puedes pedir milagros.

-¿Y lo de las dietas y extras?

-No va con mi filosofía. Yo no paso cuentas de nada: ni de parkings, ni de kilometraje ni ninguna dieta. Sé hasta donde puedo llegar y cuáles son mis obligaciones. También creen que me forro en ASAJA, y no es un puesto remunerado. Hombre, si voy a Madrid por cosas de trabajo, paso la factura del hotel. Pero no hace mucho tuve que quedarme dos días más para solucionar cosas del Ayuntamiento y no pasé gastos ni compré nada.

-Se habla también de nepotismo con Isabel Muñiz, su vicealcaldesa, a la que la oposición llama «cuñadísima» por ser cuñada de su hijo.

-Es lo que le decía hace un momento de cómo quieren desgastarte. Isabel fue nombrada por el partido tercera de la lista, por encima de su «parentesco político» conmigo. Es una mujer inteligente y preparada que sería elegida por cualquier partido para ese puesto.

-¿Se va a presentar a lo que sería su primera elección dentro de dos años?

-Me gusta la política. Es vocacional y empecé en ella muy joven. Si las cosas siguen como hasta ahora y lo quiere mi partido, no lo dudo. Pero en estos tiempos tan complicados nunca se sabe. Notamos el desapego y desprecio hacia los políticos, pero hay que mirar el lado bueno de las cosas. Sino, a cambio de ese peligro, la política va a ser sólo cosa de jubilados. Y tampoco es eso.

(Hablamos de muchas más cosas. Pero se escapan de esta entrevista por falta de sitio, aunque no de preferencias. Nos queda la rehabilitación, el aparcamiento, el plan de saneamiento, la estupenda peatonalización con el nacimiento de las dos millas de oro.

Y la oposición. Ramón Artime dice que tiene amigos dentro de ella y que no todos son iguales. Cree que debe haber una oposición firme y fuerte, pero leal. En política no vale todo, aunque haya un grupo que cree que sí. Y que es muy desleal vender odio al equipo actual de gobierno.

No es fácil la situación. Pero estoy ahora más convencido de que es más Esquilache de lo que yo pensaba. O sea, que hay un soñador no sólo para un pueblo, sino para todo un concejo. Y que sería fantástico que aprendiera el arte de susurrar a las vacas y a los vecinos para sanarnos de esta peste del desamor en tiempos de cólera).