La consejera de Estado y exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de La Vega, pidió ayer desechar el concepto de "choque de civilizaciones, por implausible". Y aclaró: "No podemos ni permitirnos hablar de ello porque las civilizaciones no son cerradas ni rígidas, sino abiertas y porosas". De la Vega rompió una lanza en favor de la mezcla de culturas. "Frente al fanatismo, la intolerancia y la uniformidad, las sociedades democráticas, sea cual sea su posición geográfica o las creencias dominantes, tenemos que entender y valorar que la diversidad, la total diversidad, es consustancial a lo humano y la principal fuente de aprendizaje y de avance social".

Uno de los retos de la sociedad es "una gobernanza global que nos permita que esos valores que son compartidos se conviertan en una ética global basada en el respeto de los derechos humanos en el sentido más amplio", según explicó la ponente ayer en Avilés. La situación actual es muy diferente: "Amparados por la desregulación y por las políticas neoliberales, la dictadura de los mercados ha roto el pacto tácito entre el capital y el trabajo, y el precio de este capitalismo global devorador ha sido terrible". Por eso es urgente, según la consejera de Estado, "recuperar el capitalismo social y regulado, propio de las sociedades más humanas".

No obstante, De la Vega advirtió que capitalismo no es igual a democracia. "Y no sólo porque hay países de economía libre de mercado en entornos represivos, como China, sino también porque con la crisis se eliminaron todo tipo de normas y las garantías de transparencias propias del capitalismo regulado han sido sustituidas por el sometimiento a un único poder: un mercado desregulado y opaco que ha significado un ataque frontal a los fundamentos democráticos".

Y ante todos estos retos, la exvicepresidenta encuentra que Europa "no tiene estrategia y continúa enrocada en sus políticas de austeridad". "La crisis y su gestión desde el neoliberalismo se lo llevó a todo por delante. Se acabó la solidaridad en un ejercicio de absoluta irresponsabilidad". La receta son reformas, pero sobre todo una "encaminada a fortalecer la democracia en Europa y a conseguir la representatividad de la ciudadanía, la legitimidad de quienes deciden".

De la Vega remató con un llamamiento a la ilusión en el futuro. "Una sociedad mejora siempre creyendo en la utopía, porque es creer en nuestras propias posibilidades. Yo quiero una sociedad mejor, y no es imposible. En España contamos con los mejores mimbres, con un pueblo que se ha reinventado muchas veces para salir adelante".