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La figura de la semana | Jesús Villanueva | Fiscal decano de Avilés

El fiscal que quiso ser diplomático

Jesús Villanueva, lector empedernido, es anárquico por naturaleza y apolítico en el más estricto sentido de la palabra

Jesús Villanueva, en la plaza del Carbayo. IRMA COLLÍN

Jesús Villanueva es una especie en extinción en el ámbito judicial. El fiscal decano de Avilés no tiene pelos en la lengua, pese a pertenecer a un sector hermético en el que pocos dicen lo que piensan para cumplir con lo políticamente correcto. Nació en Mieres e n 1960, pero se considera un avilesino "de los de toda la vida". Sus padres (mierense él, castellana ella) se trasladaron a Avilés por motivos laborales cuando tan solo tenía cinco años y desde hace catorce y medio, además, desarrolla su carrera profesional en la ciudad, tarea que reconoce "no resulta sencilla". El fiscal más veterano del palacio de justicia de Marcos del Torniello, en realidad, no es lo que aparenta.

Villanueva, el mayor de dos hermanos, cursó sus estudios en los Agustinos y el San Fernando, centro este último que le concedió la medalla de plata hace unos años. "Fui la primera generación de la EGB y del BUP", asevera. Buen estudiante, "aunque sin excesos", se matriculó en Derecho en la Universidad de Oviedo con miras a acceder a la carrera diplomática. Tras percibir que el "glamour" de los cónsules y embajadores va en función del destino, barajó la opción de quedarse en la Universidad de Oviedo, atraído por el Derecho Internacional Privado. Vivió en sus propias carnes los entresijos del mundo universitario, y pilló "tal cabreo" que acabó desechando esa opción y se hizo opositor, porque "una oposición es lo más objetivo que existe". La sacó en unos cuatro años y reconoce que le costó especialmente porque los exámenes orales nunca fueron lo suyo. "Puedo parecer un pachorra, pero soy muy nervioso. Cada vez que se acerca un juicio por jurado mi mujer me quiere echar de casa", asevera entre risas.

Villanueva sacó la oposición de fiscal, aunque lo que realmente quería era ser juez. "Los jueces son más independientes en el desarrollo de la profesión. No va con mi carácter recibir órdenes, y menos arbitrariamente. También es cierto que en todo este tiempo no he recibo presión alguna, en ningún momento", prosigue. Su primer destino fueron los juzgados de Lugo, y recaló en los de Avilés hace 14 años y medio -previo paso por Gijón y Oviedo- cuando nació la mayor de sus dos hijas. Reconoce que desarrollar su profesión en el lugar de residencia, y en una ciudad pequeña como Avilés, resulta complicado. "No es fácil, no. Lo tengo asumido porque por mi carácter no me influye mucho lo que me diga o me deje de decir la gente", argumenta.

El fiscal decano de Avilés comprende la mala fama del sistema judicial. "La justicia funciona mal en nuestro país, pero por problemas organizativos, no por la gente que trabaja en esto. Es falsa esa imagen de que los funcionarios no pegan golpe. En Justicia harían falta gestores externos. Es improductivo que nosotros, fiscales y jueces, tengamos que dirigir la oficina. Esa no es la misión ni la vocación de ninguno de nosotros. Y, además, las leyes procesales son penosas. No puede ser que envíes un exhorto a Madrid y tarden tres o cuatro meses en devolvértelo.", argumenta.

Las palabras de Villanueva tuvieron eco a nivel nacional tras los atentados del 11-M y su posterior investigación, cuando negó que la Guardia Civil le informara de que existía una trama de explosivos en Avilés. "Me sentí ofendido porque estaban poniendo en duda la profesionalidad de los fiscales de Avilés... ¡Cómo si conociésemos que existía una trama de explosivos y no hubiésemos hecho nada!", recuerda.

Su principal afición es la lectura. Y en papel, nada de nuevos formatos. "Ahora leo exclusivamente narrativa, novela. De vez en cuando también algo de historia, que me gusta mucho, pero apenas hay historiadores que sepan escribir", opina. Sus preferidos son los autores británicos contemporáneos, y nombra a un buen puñado: Martin Amis, Jonathan Coe, Ian McEwan, Irvine Welsh. También le gusta la marca España. Acaba de adquirir la última novela de Almudena Grandes y destaca la escritura de Juan Manuel de Prada y Javier Marías. "Me encantan, aunque ideológicamente hablando son contrarios a mí. Soy un lector anárquico, leo para disfrutar", aclara.

La anarquía es uno de los rasgos definitorios del fiscal avilesino. Se define a sí mismo como una persona tímida, que suele ver siempre la botella medio llena, anárquico por naturaleza y apolítico en el más estricto sentido de la palabra. "No me gusta que piensen por mí y los partidos políticos son como sectas, en las que hay que pensar siempre según las directrices del líder", señala.

Jesús Villanueva tiene espíritu competitivo pero no se le da bien jugar en equipo. Lo suyo siempre fueron los deportes individuales, aunque con el paso de los años lo que le mantiene enganchado es el pádel. "Esquié. Fui federado muchos años, pero dejé de competir pronto. Nunca me gustó entrenar. Me gusta hacer deporte pero no sé competir. Me pongo nervioso cuando llega el momento decisivo", reconoce. Y así, el fiscal es de los que suele fallar en la cancha el punto decisivo, el que decide del partido. "No me gusta perder, pero soy individualista y eso es lo peor para jugar en equipo", reconoce.

Socio del Club de Tenis de Avilés desde los inicios de la entidad, al también cofrade de La Soledad no le gusta la aventura, pero sí viajar. Londres es una de sus ciudades favoritas, y de hecho un cierto aire "british" marca su estilo en el vestir. Elegancia le sobra al fiscal que quiso ser diplomático.

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