Las injusticias deben conocerse para que dejen de producirse. Por eso, quiero dejar constancia del trato vejatorio y muy poco ético que dispensó parte del equipo médico del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) de Oviedo a mi padre el pasado 11 de mayo, cuando acudió a una valoración de un tribunal médico.

Mi padre, que tiene 60 años y lleva trabajando desde los 10, es transportista, está operado de una hernia discal, tiene otras dos cervicales, le duermen las piernas de rodillas para abajo y apenas puede ponerse en pie. Su listado de enfermedades previas son ansiedad (ahora está también a tratamiento por depresión), diabetes, hematuria, hepatitis B, isquemia cerebral (sufrió un ictus) y lumbalgia crónica. Pese a todo esto, y a que su grado de discapacidad es del 55 por ciento, no se le concede la jubilación. Éstos son los antecedentes.

El pasado día 11, en el Instituto de la Seguridad Social de Oviedo, nos sentimos literalmente "una mierda". Le acompañé a la cita y me quedé en la sala de espera. Cuando llevaba unos 15 minutos en la consulta, entró en ella un guardia de seguridad y vi que mi padre estaba tirado en el suelo boca arriba. Me asusté muchísimo y el médico me dijo que mi padre se había tirado al suelo por sí solo. Solo recibí la ayuda del guardia de seguridad, el médico se quedó de brazos cruzados, observándonos sin decir nada ni actuar en ningún momento, demostrando su poca ética profesional y vejaciones hacia nosotros, pues yo en todo momento sentí un menosprecio en sus caras y formas de actuar.

Transcurridos diez minutos se fue, nos dejó allí y, al poco tiempo, acudió una médica que se limitó a decir que se encargaría la Policía de la situación. Al rato, llegaron dos agentes de policía, uno de ellos me llamó a la consulta para que le facilitase nuestros datos. Cuando acabó de anotar todo, me preguntó qué enfermedades tiene mi padre y que si padece depresión. En ese momento, sentí una gran indignación añadida al shock por lo que estaba viviendo. ¿Cómo puede ser que me tengan que preguntar a mí si mi padre tiene depresión cuando acaba supuestamente de pasar un tribunal médico donde ese supuesto profesional ha visto todos los informes médicos de mi padre?

Los agentes intentaron ayudarnos y me comunicaron que el 112 iba a desplazar a un equipo de médicos y psicólogos. De repente, a mi padre se le empezó a poner la boca blanca, a llenársele de saliva, a hincharle la cara, apenas movía los ojos... Ninguno de los médicos del centro me hizo caso, por lo que intenté moverlo para que reaccionara y se puso aún más nervioso, por lo que el agente me aconsejó salir de la consulta. Los médicos que movilizó el 112 enseguida vinieron y atendieron a mi padre, que tenía una crisis de ansiedad. Mientras lo atendían, el mismo agente de policía de antes y el guarda de seguridad estuvieron en todo momento conmigo, preocupándose por mi estado y tranquilizándome. Ningún médico de los que trabajan en el INSS en la cuarta planta se acerco a mí para nada, era indiferente para ellos, no era nada.

Dejando a un lado la actuación de mi padre, repito enfermo y con depresión, el trato recibido por parte del personal del INSS ha sido denigrante, muy falto de profesionalidad, porque ante todo y por encima de todas las cosas somos personas. Los que sufrimos situaciones así debemos alzar la voz para que al menos otros no vuelvan a pasar por lo mismo.