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JOSÉ MARÍA VEGA SÁNCHEZ | Miembro del comité de ética asistencial del Hospital San Agustín

"La sedación en la agonía no es sólo para pacientes oncológicos"

"Es obligatorio el consentimiento de la familia y debemos consultar si el enfermo ha hecho un testamento vital"

José María Vega Sánchez, del comité de ética asistencial del Hospital San Agustín, ayer, en el centro sanitario. MARA VILLAMUZA

El Hospital San Agustín cuenta desde hace unos meses con un protocolo de sedación en la agonía con el fin de procurar el mayor confort al paciente terminal en sus últimas horas de vida. De las características de esta programa que intenta aliviar el sufrimiento del enfermo habló ayer en el centro sanitario el doctor José María Vega Sánchez, miembro del comité de ética asistencial.

-¿Qué se entiende por sedación en la agonía?

-A un paciente que ya no tiene expectativas de vida, que va a morir en un periodo breve de tiempo, no se le puede dejar sufrir. Es beneficioso ayudarle y no dejarle morir con dolor, con angustia. Está incluso aceptado por el catecismo de la Iglesia católica.

-¿Se trata de facilitar al enfermo una muerte digna?

-Se trata de facilitarle una muerte digna, pero que no de facilitarle la muerte. En bioética utilizamos el principio de doble efecto. Cuando hacemos una acción, ésta puede tener dos, tres o más efectos secundarios. Puede haber alguno malo, pero nosotros perseguimos el bueno. Lo que pasa es que al llevar a cabo la acción va a ocurrir de forma indefectible el malo. La teoría del doble efecto dice que persiguiendo el bueno, el malo es imprescindible. No hablamos de perseguir la muerte por sedación, sí de la ausencia de dolor. La muerte es algo que va a ocurrir en breve espacio de tiempo.

-¿Es fácil diagnosticar la agonía?

-Es difícil y, por esa razón, en muchos hospitales españoles empieza a darse la sedación tarde, ya muy avanzado el proceso de agonía.

-¿Supone una situación compleja para el médico?

-En general, es un momento difícil de determinar y varía en función de las especialidades. Nosotros, los intensivos, como consecuencia de la medición, de tener monitorizado al paciente, nos resulta más fácil. Por su parte, en las áreas de medicina interna o cirugía quizás sea un poco más complicado.

-¿Qué pacientes son más susceptibles de aplicarles una sedación en la agonía?

-Normalmente, se piensa en los pacientes oncológicos, pero es una idea falsa, tenemos que desterrarla. Es cierto que fundamentalmente son estos enfermos, pero también hay muchas enfermedades susceptibles de esta sedación, como las neurológicas, crónicas, de insuficiencia renal, hepática o respiratoria... Estadíos finales no sólo oncológicos.

-¿Para aplicar la sedación se requiere un consentimiento, bien del enfermo antes de entrar en la fase de agonía, bien de la familia?

-Es obligatorio el consentimiento casi siempre de la familia al estar ya el paciente en un estado muy avanzado. Además, debemos saber con anterioridad a la sedación si existen unas voluntades previas del paciente, un testamento vital. Tenemos la obligación de consultarlo ya que si existe, debemos hacerle caso siempre.

-¿Es una decisión controvertida en tanto que se puede confundir con eutanasia?

-La diferencia fundamental entre la sedación y la eutanasia radica en que la primera se hace con consentimiento y de forma paulatina. Por el contrario, la eutanasia es una inyección letal, rápida. La relación causa efecto está clara.

-Se habla de sedación paliativa, terminal y de agonía. ¿Qué las diferencia?

-Son conceptos distintos. La sedación paliativa se puede llegar a quitar. Podemos tener pacientes con mucho dolor puntual pero la enfermedad se cura y se retira la sedación. La terminal no tiene vuelta a tras; la idea es llegar hasta el final.

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